*Logrando con sus brazos y manos deshacer tal muestra hipócrita de amabilidad, y retirándose expresa con su voz de jinete que resuena en todo el entorno y sus ojos llenos de furia directamente puestos en el contrario. — Decís amarme, me has perdido desde el momento en que me has maldecido, si bien ocupe tu maldición a mi favor, cada cosa que tengo la he ganado, no has hecho más que dirigir desde tu lugar, quienes se han manchado las manos, somos nosotros, que sabes de amor, que sabes cariño, que sabes de nosotros, si jamás caminaste entre nosotros, y a tu hijo jamás le dejaste padecer, hasta su sacrificio fue insulso. * Extiende sus alas para emprender el vuelo.
- ¿Aún no alcanzas a entender la magnitud de mi poder verdad? Todo aquello que puedes lograr es gracias a mi, el poder que tienes en tus manos te fue otorgado por mi, todo aquello que puedes ver, tocar y sentir es gracias a mi. No conocen los alcances de mi furia por que hasta este momento no es tenido ni tendré la necesidad de demostrarla y mucho menos de ocuparla.
- acercándose al jinete, tomándolo de los hombros de inicio hasta abrazarlo.
— De colapsar tal cristal, solo causarás tu propia destrucción, su energía generaría un vórtice tal que no podrías contener tu, al tiempo que ese cristal regresaría a su forma primaria después de cierto tiempo, acaso por que tu has creado, crees que siguen la misma función con que les has realizado, fijate a tu alrededor, ya que haz bajado de tu trono, admira como nada es como, y para lo que le has creado, si te metes con lo que no me permitíste tener, te vas a arrepentir. * El peliblanco se posaba imponente frente a este ser, realmente jamás había conocido el miedo, ahora conocía el amor, algo que se le negó, y que consiguió.
