Dulce
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DHD1523252 · 31-35, F
**Al abrir lentamente sus orbes color café oscuro su primera impresión fué un panorama que le pareció muy conocido era muy lúgubre, las paredes no tenían coloración, la cama en la que se encontraba postrada, era de telas suaves como el pétalo de una delicada flor de purpúrea coloración, pero por más que luchase no la recordaba, el basto frío del mencionado lugar le traía a su frágil memoria ciertas escenas de las que no estaba segura donde aparecía una bella mujer de cabellos verdosos disgustada al parecer con un caballero de sombrías fracciones y de pronto el mundo se vió inmerso en una época de infertilidad muy extraño recuerdo se cuestionaba de quiénes serían estos personajes.
Inmediatamente sintió que su cabeza le daba vueltas, que tarde o temprano explotaría de dolor, le parecía que su respiración era escasa y sus pulmones protestaban por el aire que les era insuficiente, llevó su albino brazo hacia sus cabellos que al instante los sintió distintos, estaban muy ondulados y su color era rosado, muy irónico, a ella no le agradaba ese color a excepción de los campos Elíseos que sus flores de multicolor al reflejarse por el Rey Astro en lo alto del Olimpo daba un aspecto rosáceo dando a la vista un grato placer ante tal paisaje.
Su curvilíneo y albino cuerpo estaba cubierto por un vestido negro de suave seda llegando cerca de las rodillas con tirantes muy delgados y con aberturas en los costados de las piernas mostrando parte de las mismas y con detalles seductores de encaje del mismo color en la parte superior de los pechos y en la parte inferior. Sus labios rojos y su delicada faz le daban una característica a la fémina de belleza incomparable.
Escuchó de pronto una voz femenina que la nombraba madre, ¿madre ella? Y quedó aún más aturdida al momento en que la señorita se le lanzó a los brazos con resplandecientes lágrimas en sus cristalinos ojos, tuvo un pensamiento fugaz de quitársela de encima de inmediato, pero rechazó por completo la idea al escucharla y verla llorar sin parar, era muy bella aquella doncella, esperaba ser cauta para no herir sus sentimientos.
-Lo siento como habéis visto mis recuerdos se fueron como el viento se lleva a las hojas de los laureles, dime hija mía ¿cuál es vuestro nombre, realizaríais algo característico de vos para recordaros?-
Al ver a la dama llorar se lanzó ella también a tal acto, cerrando sus oscuros orbes de los cuales salieron lágrimas tales fueran gotas de lluvia que al caer se esparcen con la misma tristeza con que son producidas. Tal ves si la hermosa dama que decía ser su hija hacía algo que la recordase volvían los recuerdos junto a ella, no estaba segura si funcionaría, pero algo le decía que era una posibilidad.**
Inmediatamente sintió que su cabeza le daba vueltas, que tarde o temprano explotaría de dolor, le parecía que su respiración era escasa y sus pulmones protestaban por el aire que les era insuficiente, llevó su albino brazo hacia sus cabellos que al instante los sintió distintos, estaban muy ondulados y su color era rosado, muy irónico, a ella no le agradaba ese color a excepción de los campos Elíseos que sus flores de multicolor al reflejarse por el Rey Astro en lo alto del Olimpo daba un aspecto rosáceo dando a la vista un grato placer ante tal paisaje.
Su curvilíneo y albino cuerpo estaba cubierto por un vestido negro de suave seda llegando cerca de las rodillas con tirantes muy delgados y con aberturas en los costados de las piernas mostrando parte de las mismas y con detalles seductores de encaje del mismo color en la parte superior de los pechos y en la parte inferior. Sus labios rojos y su delicada faz le daban una característica a la fémina de belleza incomparable.
Escuchó de pronto una voz femenina que la nombraba madre, ¿madre ella? Y quedó aún más aturdida al momento en que la señorita se le lanzó a los brazos con resplandecientes lágrimas en sus cristalinos ojos, tuvo un pensamiento fugaz de quitársela de encima de inmediato, pero rechazó por completo la idea al escucharla y verla llorar sin parar, era muy bella aquella doncella, esperaba ser cauta para no herir sus sentimientos.
-Lo siento como habéis visto mis recuerdos se fueron como el viento se lleva a las hojas de los laureles, dime hija mía ¿cuál es vuestro nombre, realizaríais algo característico de vos para recordaros?-
Al ver a la dama llorar se lanzó ella también a tal acto, cerrando sus oscuros orbes de los cuales salieron lágrimas tales fueran gotas de lluvia que al caer se esparcen con la misma tristeza con que son producidas. Tal ves si la hermosa dama que decía ser su hija hacía algo que la recordase volvían los recuerdos junto a ella, no estaba segura si funcionaría, pero algo le decía que era una posibilidad.**