26-30, F
Be crazy with me.
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User1535061 · M
Y podía escucharla, aún hundido en el sueño estaba ahí, recargado en el barandal de un antro ruidoso mientras observaba a Ophelia danzar entre el tumulto de personas. A pesar de lo hediondo que podían ser esos lugares, el aroma a tierra húmeda y flores que desprendía su piel sobresalía de lo demás y es que ella era letal.
Estaba tan ensimismado que sintió la paz invadir su cuerpo, relajando cada músculo de sus brazos e incluso los del rostro. Pudo escuchar el abrir de la cerradura y sentir el aroma impregnandose en los muebles de la habitación, todo lo confundía con aquel sueño, sin embargo, todo fue diferente cuando el contacto físico rompió la paz. Retuvo la respiración mientras sentía los costados del sofá hundirse bajo las rodillas femeninas, su cuerpo siempre había sido tan liviano; la cosa cambió cuando escuchó su voz, como una suave caricia dada por el viento. Pronto alzó las manos hasta posarlas en las caderas ajenas y se obligó a abrir los ojos con un ápice de enfado en elllos.
Aunque no le extrañaba, siempre le haía parecido molesta la forma tan eficaz con la que le encontraba en cualquier lugar del globo terraqueo. Cuando enfocó su rostro por fin, se relamió los labios con cierta ansia y no espero a que hubiera algún movimiento por su parte, simplemente la besó. ¡Joder! Le sabía a gloria, al alimento que le daban a los ángeles tomado del todo, de la gracia del creador, sabía único e irrepetible, joder, ella era única e irrepetible.
Hundió las yemas con delicadeza en la piel de su espalda baja, deslizó las manos por sus piernas descubiertas al haberse arrugado la falda cuando se sentó. Su piel le causaba una sensación placentera y dolorosa al mismo tiempo. Pronto la soltó, culminando con el intercambio de fluídos, como le diría Amelia. — Espero tu visita no sea en vano. — Le dijo posando las manos a los costados de ambos cuerpos sobre el sofá, admirándole sobre él. Respiró profundo y soltó el aire por las fosas nasales. — Hola. — Terminó por decir en un tono ronco y sereno. Agradecía verla, siempre lo hacía.
Estaba tan ensimismado que sintió la paz invadir su cuerpo, relajando cada músculo de sus brazos e incluso los del rostro. Pudo escuchar el abrir de la cerradura y sentir el aroma impregnandose en los muebles de la habitación, todo lo confundía con aquel sueño, sin embargo, todo fue diferente cuando el contacto físico rompió la paz. Retuvo la respiración mientras sentía los costados del sofá hundirse bajo las rodillas femeninas, su cuerpo siempre había sido tan liviano; la cosa cambió cuando escuchó su voz, como una suave caricia dada por el viento. Pronto alzó las manos hasta posarlas en las caderas ajenas y se obligó a abrir los ojos con un ápice de enfado en elllos.
Aunque no le extrañaba, siempre le haía parecido molesta la forma tan eficaz con la que le encontraba en cualquier lugar del globo terraqueo. Cuando enfocó su rostro por fin, se relamió los labios con cierta ansia y no espero a que hubiera algún movimiento por su parte, simplemente la besó. ¡Joder! Le sabía a gloria, al alimento que le daban a los ángeles tomado del todo, de la gracia del creador, sabía único e irrepetible, joder, ella era única e irrepetible.
Hundió las yemas con delicadeza en la piel de su espalda baja, deslizó las manos por sus piernas descubiertas al haberse arrugado la falda cuando se sentó. Su piel le causaba una sensación placentera y dolorosa al mismo tiempo. Pronto la soltó, culminando con el intercambio de fluídos, como le diría Amelia. — Espero tu visita no sea en vano. — Le dijo posando las manos a los costados de ambos cuerpos sobre el sofá, admirándole sobre él. Respiró profundo y soltó el aire por las fosas nasales. — Hola. — Terminó por decir en un tono ronco y sereno. Agradecía verla, siempre lo hacía.