Ignoró por completo su comentario, el cerrar los ojos para visualizar en que dirección debía continuar había funcionado. Una sonrisa triunfante fue acompañada por otro volantazo descuidado, que de milagro no arrolló a una ancianita que tardaba DEMASIADO tiempo en poner un pies tras otro. Tal vez debería comprar una sirena para que la próxima vez que tuviese una emergencia... las personas se apartaran. Sería lo mas seguro para todos.

Ya con la seguridad que llegarían pronto, relajó su postura y su forma de manejar se tornó un poco más cuidadosa. Incluso respetaba los límites de seguridad. Dirigió una corta mirada a su acompañante con cierta curiosidad, pensó que él tendría más idea que ella respecto a lo que se enfrentarían.

—Vamos al parque. —Respondió como si eso aclarara la situación. —¿Tu padre no es entre otras cosas...el protector del arcoíris? Bueno, yo soy hija del arcoiris...de cierta manera. Así que tan sólo sígueme y protégeme en caso que lo necesite.

El hecho que acelerara, el ir a toda velocidad no era el problema. Estaba tan acostumbrado a Nómada, que las altas velocidades no era ni siquiera algo que lo haga sentir incómodo, no. Era el girar y toparse con la imagen de sus ojos cerrados ¿Quién diablos maneja de esa manera? Estaba condenado. Tan joven e iba a morir seguramente en un accidente ("accidente") sin haber vivido lo suficiente... O quizá sólo está exagerando — Hey, heeey ¡HEY, MIRA EL CAMINO! — intentó no alarmarse demasiado, pero sus manos ahora estaban sujetas a cada costado del asiento sólo por su propia seguridad, preguntándose en que momento fue a parar al auto de una completa extraña, acompañandola a quién sabe que clase de viaje.

No tardó demasiado en tomarse el tiempo para colocar el cinturón de seguridad, yendo de un costado a otro, asegurando que quede bien sujeto — ¿Y a dónde nos dirigimos? Teníamos que salvar al mundo, espero que no de ti precisamente — no pudo evitar esa broma no intencionada de por medio

Menos mal que su flamante compañía tenía un poco de sentido común, no esperaba que bebiese aquel brebaje dejado al sol tantos días. O al menos eso pensó hasta que vio de reojo como un líquido marrón se suspendía en el aire y se estrellaba contra él, arrancándole una reacción un poco cómica. No estaba muy lejos de verse como un niño, a pesar de su gran cabellera, bello facial y gran contextura física. Rió para sus adentros mirándolo por un milisegundo antes de doblar hacía la izquierda...un poco más fuerte de lo que pretendía. Hacía meses que no conducía, estaba un poco oxidada.

— Ponte el cinturón, no puedo llevar OTRA desgracia a la DESGRACIA. — Exclamó, críptica adrede. Frunció su ceño al no ver un enorme cartel rojo que esperaba encontrar, ¿acaso tomó el camino equivocado? Cerró los ojos unos segundos intentando ubicarse, acción no muy recomedable conduciendo.

¿Leer sus mensajes? Estaba tan ocupado arreglando a Nómada (su motocicleta) que lo último que se le podría cruzar por la mente era leer los mensajes que le llegaban. Despistado o muy distraído que fuera, no había tiempo de responder a su pregunta. Tomó con ambas manos la botella ofrecida, aunque no evita soltar un chasquido de labios al percibir la temperatura del envase. — Pero por supuesto que no me pienso beber esto — hizo un gesto de negación, pero luego pensó "¿Y si sabe bien? Digo, no creo que sepa horrible como una cerveza caliente", y entre tanto, decide destapar el envase.

En cuanto tuvo oportunidad de querer dar un trago, el movimiento del coche causó que derrame un poco de la bebida sobre su camisa, a lo que él reacciona rápido y la aparta. No pudo salvar su prenda, pero sí el hecho de derramar todo sobre él y el asiento — ¡HE-HEY! — ahora que acelera a toda velocidad, pudo darse el gusto de probar su bebida... Sabía horrible.

—¿Acaso no lees mis mensajes? ¡NO HAY TIEMPO DE EXPLICAR!—No había sido su primera opción, porque su primera opción siempre era resolver los problemas sola. Ahora mismo recordaba por qué.

Alguien tendría que re-acomodar sus prioridades. Lo miró indignada sin poder creer sus palabras, ¿acaso creía que saciar la sed era más importante que EL MUNDO? Estiró uno de sus brazos hacia la parte trasera del auto, en busca de una botella que recordaba haber dejado por allí días atrás. Cuando la encontró, se la lanzó con fuerza al contrario, esperaba que esa gaseosa caliente de unos días le sea suficiente. Ahora ya con las dos manos en el volante, comenzó a acelerar.

— ¿Salvar al mundo de qué? — Pregunta y después actúa... ¿O era al reves? No importaba, lo que le interesaba era abrir la puerta, meterse al auto y acomodarse en su asiento —. Si vamos a salvarlo o empeorarlo, no podemos hacerlo con la garganta seca — acomoda el codo de la derecha sobre la puerta una vez cerrada, virando su rostro hacia la conductora.