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RL1581028 · F
Hubiese querido que el beso fuera eterno. El sabor de los labios de Ominis y las pinceladas que dejó su lengua sobre la ajena la hipnotizaron completamente. No sólo estaba besándolo, sino que se encontraba adorándolo como si cada movimiento de su boca estuviese destinada a acariciar la ajena para rendirle pleitesía. Ravenna lo adoraba y estaba tan cómoda recibiendo el mismo grado de amor que aquello parecía un milagro.
—Puedo premiarte de mil maneras más —sus dedos se dirigieron hasta las hebras doradas en la nuca masculina y comenzó a darle sendas caricias, cual si buscara mimarlo y, a su vez, tenerlo más a su merced. Le volvería a devorar la boca de ser necesario—. Sabes que mereces todo lo que quieras.
—Puedo premiarte de mil maneras más —sus dedos se dirigieron hasta las hebras doradas en la nuca masculina y comenzó a darle sendas caricias, cual si buscara mimarlo y, a su vez, tenerlo más a su merced. Le volvería a devorar la boca de ser necesario—. Sabes que mereces todo lo que quieras.
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