Oɴe oғ тнe ѕιх oғ Arcαdια. {OC}
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ZVS1535637 · 31-35, M
El asunto en Arkham se había tornado más turbio de lo que había pensado. El par de investigadores que había enviado a la Universidad de Miskatonic a trabajar en una serie de pergaminos antiquísimos había resultado en aquel viaje.
Ir a Islandia en aquel pájaro de acero resultaba cómico, pues, la última vez que pisó las verdes tierras septentrionales, el sistema más avanzado de viaje era a caballo. El Bombardier Challenger 350 que se había encargado de rentar uno de sus agentes se encontraba aterrizando en las tierras Nórdicas. Suave con la seda la aeronave tras descender se acoplaba al suelo asfaltado del modesto aeropuerto de Reykjavik. La operación estaba destinada a pasar como el ingreso de un Diplomático Lituano, un agregado cultural que por aquellos días llegaría -con el beneplácito de la propia embajada- para hacer varias visitas importantes y estrechar los lazos entre ambas naciones. La sorpresa de la comitiva que esperaba para recibir al político fue mayúscula cuando él, un gigante de dos metros y tantos de estaturas, bajaba, tras inclinar bastante el torso para salir del avión, por la escalerilla de este último.
El clima no era tan frío como de costumbre, más las gélidas corrientes del Ártico descendían sin piedad sobre la Capital, por lo que y aunque no era necesaria, llevaba ropas adecuadas para ello. El ribete que imitaba la piel de un armiño se ceñía junto a sus mejillas pobladas por la barba entrecana y castaña que llevaba trenzada a una usanza muy común en aquellos lares pero en otra época. El cabello, también trenzado y entrecano, lo llevaba peinado con una loción que sutilmente lo fijaba y facilitaba su manipulación. El resto de las indumentarias y más allá de su porte excepcional referían a que se trataba efectivamente a un miembro del departamento de relaciones exteriores del país Eslavo.
El viaje en la Escalade negra que lo llevaba al aeropuerto lo llevó al Grand Hotel Reykjavik, donde lo estaría esperando el encargado de negocios de Lituania, al país que supuestamente pertenecía.
-Mi señor- El sujeto era casi tan alto como él, lo único que los diferenciaba era la piel pálida que lucía sonrojada por las inclemencias del frío. Sus cabeza lucía una calva circundada por una coronilla de cabello ralo y castaño claro. Zothernam en cambio era más bien moreno y sólo por el color de sus irises podría advertirse que pertenecía a la misma nacionalidad que su interlocutor. El encuentro sucedía en el gran lobby del hotel, justo entre los asientos que yacían dispuestos en el recibidor. Muchos, sobre todo algunos de los escoltas del encargado de negocios, se sorprendieron al advertir la ligera reverencia que este le había dedicado al recién llegado-Czenik-Comentó el barbado rey extraterrestre, correspondiendo al saludo con una inclinación de la cabeza. Resultaba que Czenik Gravkt era un doble agente cuya lealtad estaba obligatoriamente volcada hacia quien ahora tenía enfrente. Cuando sus ojos se encontraron el hombre los apartó con cierto temor-Me he reunido personalmente con el Director del Museo Nacional...-Un silencio incómodo se hizo entre ambos. El aura que manaba del gigante era tan fiera, devastadora, casi podía palparse a varios metros.
-Ven conmigo muchacho-La tarde mostraba un cielo limpio y despejado, coronado por un Sol radiante que a pesar de esto a penas si lograba calentar a quienes se encontraban fuera de la imponente edificación que servía al lujoso hospedaje. Caminaron hasta un sofá de cuero oscuro en el que se sentaron, siempre rodeados por un anillo de seguridad de hombres circunspectos y a la vez inútiles, sobre todo por la personalidad a la que se encargaban de resguardar -El Director dice que es imposible que usted acceda a ese libro, mi señor, el Raudskinna no sólo es un tesoro nacional, aún no ha sido del todo estudiado por los científicos Islandeses- Se esmeraba por explicar Czenik, que gesticulaba con ambas manos, hasta que la palma inmensa de su jefe pasó sobre su hombro diestro, sus dedos apretaron la clavícula de aquel lado y se obligó a doblarse por el dolor-Cálmate. No te tengo aquí para que te comportes como un crío-fue lo que respondió el rey que disimuló la situación con los hombres de la escolta palmeando la espalda del muy afectado funcionario. Zothernam le dedicó una ligera sonrisa-¿Te permitió al menos hojearlo?-Continuó con su aunque calmada, imperiosa voz ronca y gutural. Czenik afirmó con la cabeza y a la par fue llevando una mano trémula a la solapa de la chaqueta de su traje, extrajo un móvil que tras desbloquear le ofreció. La imagen que mostraba era clara de muy buena calidad, los grabados hechos de una forma rudimentaria le iluminaron la mirada al Soberano de los Titanes.
-Shub Nyggurath-
Ir a Islandia en aquel pájaro de acero resultaba cómico, pues, la última vez que pisó las verdes tierras septentrionales, el sistema más avanzado de viaje era a caballo. El Bombardier Challenger 350 que se había encargado de rentar uno de sus agentes se encontraba aterrizando en las tierras Nórdicas. Suave con la seda la aeronave tras descender se acoplaba al suelo asfaltado del modesto aeropuerto de Reykjavik. La operación estaba destinada a pasar como el ingreso de un Diplomático Lituano, un agregado cultural que por aquellos días llegaría -con el beneplácito de la propia embajada- para hacer varias visitas importantes y estrechar los lazos entre ambas naciones. La sorpresa de la comitiva que esperaba para recibir al político fue mayúscula cuando él, un gigante de dos metros y tantos de estaturas, bajaba, tras inclinar bastante el torso para salir del avión, por la escalerilla de este último.
El clima no era tan frío como de costumbre, más las gélidas corrientes del Ártico descendían sin piedad sobre la Capital, por lo que y aunque no era necesaria, llevaba ropas adecuadas para ello. El ribete que imitaba la piel de un armiño se ceñía junto a sus mejillas pobladas por la barba entrecana y castaña que llevaba trenzada a una usanza muy común en aquellos lares pero en otra época. El cabello, también trenzado y entrecano, lo llevaba peinado con una loción que sutilmente lo fijaba y facilitaba su manipulación. El resto de las indumentarias y más allá de su porte excepcional referían a que se trataba efectivamente a un miembro del departamento de relaciones exteriores del país Eslavo.
El viaje en la Escalade negra que lo llevaba al aeropuerto lo llevó al Grand Hotel Reykjavik, donde lo estaría esperando el encargado de negocios de Lituania, al país que supuestamente pertenecía.
-Mi señor- El sujeto era casi tan alto como él, lo único que los diferenciaba era la piel pálida que lucía sonrojada por las inclemencias del frío. Sus cabeza lucía una calva circundada por una coronilla de cabello ralo y castaño claro. Zothernam en cambio era más bien moreno y sólo por el color de sus irises podría advertirse que pertenecía a la misma nacionalidad que su interlocutor. El encuentro sucedía en el gran lobby del hotel, justo entre los asientos que yacían dispuestos en el recibidor. Muchos, sobre todo algunos de los escoltas del encargado de negocios, se sorprendieron al advertir la ligera reverencia que este le había dedicado al recién llegado-Czenik-Comentó el barbado rey extraterrestre, correspondiendo al saludo con una inclinación de la cabeza. Resultaba que Czenik Gravkt era un doble agente cuya lealtad estaba obligatoriamente volcada hacia quien ahora tenía enfrente. Cuando sus ojos se encontraron el hombre los apartó con cierto temor-Me he reunido personalmente con el Director del Museo Nacional...-Un silencio incómodo se hizo entre ambos. El aura que manaba del gigante era tan fiera, devastadora, casi podía palparse a varios metros.
-Ven conmigo muchacho-La tarde mostraba un cielo limpio y despejado, coronado por un Sol radiante que a pesar de esto a penas si lograba calentar a quienes se encontraban fuera de la imponente edificación que servía al lujoso hospedaje. Caminaron hasta un sofá de cuero oscuro en el que se sentaron, siempre rodeados por un anillo de seguridad de hombres circunspectos y a la vez inútiles, sobre todo por la personalidad a la que se encargaban de resguardar -El Director dice que es imposible que usted acceda a ese libro, mi señor, el Raudskinna no sólo es un tesoro nacional, aún no ha sido del todo estudiado por los científicos Islandeses- Se esmeraba por explicar Czenik, que gesticulaba con ambas manos, hasta que la palma inmensa de su jefe pasó sobre su hombro diestro, sus dedos apretaron la clavícula de aquel lado y se obligó a doblarse por el dolor-Cálmate. No te tengo aquí para que te comportes como un crío-fue lo que respondió el rey que disimuló la situación con los hombres de la escolta palmeando la espalda del muy afectado funcionario. Zothernam le dedicó una ligera sonrisa-¿Te permitió al menos hojearlo?-Continuó con su aunque calmada, imperiosa voz ronca y gutural. Czenik afirmó con la cabeza y a la par fue llevando una mano trémula a la solapa de la chaqueta de su traje, extrajo un móvil que tras desbloquear le ofreció. La imagen que mostraba era clara de muy buena calidad, los grabados hechos de una forma rudimentaria le iluminaron la mirada al Soberano de los Titanes.
-Shub Nyggurath-
SW-User
— Dónde estoy.. —
Cansada de un largo viaje en el cual Aria lamentablemente se extravió de casa, se sentó sobre una gran y plana roca cerca de un pequeño río el cual poseé una cascada muy chica, lo que parecía una exploración en un bosque cerca de su hogar acabó por mandarla hacía otro lugar del cual desconoce pero le gusta. El solo hecho de levantar la mirada y no poder ver el cielo más que la copa de los árboles la hacen llenarse de paz pero al mismo tiempo la asusta, ¿estará ella sola?, ¿habrá algún animal salvaje?, Aria lo único que hace es limpiarse las rodillas y escamas con el agua del río además de tomar un poco de agua con ayuda de sus manos, aunque el hambre es inevitable así como los ruidos que provoca su estómago en el absoluto silencio de un inmenso bosque de quizá algún otro universo.
SW-User
SW-User thinks you are Adventurous.
ssin1563614 · 26-30, F
— No tienes porqué disculparte, Ophelia — La mirada de Kassia se tiñó de nostalgia. Ophelia era uno de los seis guardianes más importantes del reino; en ella, Celanea y Arzchel depositaron su confianza, incluso cuando ni Kassia ni Nerea habían nacido. Dio un suspiro corto. Por encima del deber, veía en la pelirroja a una amiga cercana en quien confiaba su propia vida. Suficiente fue con verle a los ojos para descifrar el dolor compartido. Todavía tenían tiempo para rescatar a sus padres, pero eso llevaría el paso de las estaciones.. — Y hablar de venganzas cuando apenas has vuelto es algo que me inquieta y que podemos dejar para después. Por ahora acompáñame. Nerea estará feliz de verte —
ssin1563614 · 26-30, F
— Me da tanto gusto verte.— Caminó lento, a paso noble y seguro. Al estar frente a ella le tomó con dulzura las manos, adueñándose del cándido tacto. Sonreiría como pocas veces, pero la llegada de Ophelia lo ameritaba. — Arcadia esperó por ti —