Okami tomaría las hojas que se encontraban cerca de su hogar, para usarlos como combustible para el fuego, debía prender la fogata y el papel era un excelente iniciador de llama. De esa forma se podía mantener caliente en las tardes y en las noches cuando comenzaba correr el viento a gran velocidad.
Unos pasos alertaron al peliplata, quien sin dudar agudizó su mirada hacia la entrada, donde en la parte inferior se podían ver una sombra, a lo que tomaría aquella espada de madera, esperando escuchar a que abrieran la puerta en caso de ser los dueños. Pero para su sorpresa tocaron la puerta, así que sin más se dispuso de abrir la misma con una mano, viendo de esa forma a un joven de cabellos negros, con el cabello corto y una sonrisa bastante amable.