|| El padre de Todo menos de Loki ||
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Q1572451 · F
[code]Observar el mundo humano de manera furtiva desde alguna parte, se había ido convirtiendo en uno de sus pasatiempos favoritos. Incluso, mientras llevaba un café de olla entre las manos y lo bebía para aplacar un poco el helado frío de la mañana que lograba sentirse en la punta de su templo, observar sus rutinas, los viajes y el despertar de su gente se convertía día a día en un verdadero deleite. Y aun así, no importando el paisaje que a sus ojos era hermoso, su deber fue primero.
Salio a su encuentro. Era una mañana clara a finales de verano, los vientos fríos se cruzaban con los cálidos que aun quedaban, un viento vivaz agitaba los arbustos, haciendo rodar las hojas como niños empujados de repente a escena, debatiendo la importancia entre los nervios y su propia existencia. Faltaba algún tiempo para las fiestas que verían su regreso "oficial" al mundo humano, nada seria mejor que el día de muertos para que la deidad resurgiera. Y aun con ello, debía asegurarse que el resto del mundo fuese seguro para ello.
Así fue que se dio a la tarea, visitaría a aquellas deidades cuyas presencias había detectado. Asgard seria su primera parada, era un lugar frió y casi contrario a lo que acostumbraba; Una gran serpiente esmeralda cubierta de las plumas mas hermosas y coloridas jamas vistas fue avistada al sur del Valhalla. Sembraba terror en algunos pobladores, mientras que a otros lograba cautivarlos por aquella gama de color, mas de 20 metros de largo podían infundir dichas emociones fácilmente en cualquiera. "Estos hombres... Necesitan sol" Nublo su mente aquel cómico pensamiento, su pueblo le habría recibido con una fiesta y jubilo sin importar la época, no con confusión y caos. Quetzalcóatl conocía muchas cosas, pero olvidaba otras, y olvido, en el peor momento, que Asgard era un pueblo guerrero.
Alzo su cuerpo al notar que algunos habitantes ya portaban armas para su defensa, no temía a lo que intentaran, pero no les facilitaría un ataque directo. Su voz como rugido se hicieron presentes. Sonoro y potente, causo los primeros gritos del poblado. Esperaba que con aquello, desistieran y se apartaran de su camino. [/code]
Salio a su encuentro. Era una mañana clara a finales de verano, los vientos fríos se cruzaban con los cálidos que aun quedaban, un viento vivaz agitaba los arbustos, haciendo rodar las hojas como niños empujados de repente a escena, debatiendo la importancia entre los nervios y su propia existencia. Faltaba algún tiempo para las fiestas que verían su regreso "oficial" al mundo humano, nada seria mejor que el día de muertos para que la deidad resurgiera. Y aun con ello, debía asegurarse que el resto del mundo fuese seguro para ello.
Así fue que se dio a la tarea, visitaría a aquellas deidades cuyas presencias había detectado. Asgard seria su primera parada, era un lugar frió y casi contrario a lo que acostumbraba; Una gran serpiente esmeralda cubierta de las plumas mas hermosas y coloridas jamas vistas fue avistada al sur del Valhalla. Sembraba terror en algunos pobladores, mientras que a otros lograba cautivarlos por aquella gama de color, mas de 20 metros de largo podían infundir dichas emociones fácilmente en cualquiera. "Estos hombres... Necesitan sol" Nublo su mente aquel cómico pensamiento, su pueblo le habría recibido con una fiesta y jubilo sin importar la época, no con confusión y caos. Quetzalcóatl conocía muchas cosas, pero olvidaba otras, y olvido, en el peor momento, que Asgard era un pueblo guerrero.
Alzo su cuerpo al notar que algunos habitantes ya portaban armas para su defensa, no temía a lo que intentaran, pero no les facilitaría un ataque directo. Su voz como rugido se hicieron presentes. Sonoro y potente, causo los primeros gritos del poblado. Esperaba que con aquello, desistieran y se apartaran de su camino. [/code]