— Claro que existe esa belleza que supera la que admiras en mi. —respondió con dulce tono, suave y en calma ante su tan querido hijo, acariciando sus hebras doradas—. Yace en ti.

—Madre tu belleza no se iguala a nada que hayan visto mis ojos con anterioridad, ni creo que exista algo que lo supere.