La espera de su segundo hijo había sido una gran noticia, y sólo los Dioses sabían que tan feliz le hacía tal hecho, esperándolo con emoción y dicha; aunque también con bastantes complicaciones de por medio, razón por la que la Soberana había permanecido un tanto ausente de sus obligaciones, pues su salud no era del todo favorable, hecho que ponía en tensión al Reino entero, sobre todo a su primer hijo: Khaled. No recordaba haber pasado por semejantes malestares, de todos sus hijos, Ívar había marcado la diferencia en todo momento, desde el embarazo hasta su alumbramiento.