Rió entre cada dulce beso que recibía, regresándole unos cuantos a cambio hasta dar un largo suspiro, estrechándolo cariñosamente tras verle hacer tal gesto con sus manos–. No me cabe duda de eso, tú comandarás el ejército real algún día sobre un precioso e imponente caballo, con una espada majestuosa y tu armadura reluciendo bajo los rayos del sol... No habrá fuerza que pueda detenerte; serás la furia de Nashdag encarnada. –dijo todo aquello con aires teatrales, llevándolo consigo en un danzar lento por el jardín hasta echarse sobre el césped de costado junto a él, riendo con sincera alegría –. Pero mientras tanto serás mi pequeño príncipe.

Abrazo a la mayor en cuanto ella e inclinó hacia su persona, ensanchó el pecho simulando ser un pavo real ante los mimos de su madre. Luego de su beso le sostuvo de las mejillas devolviendo cada una de las caricias que le propinaba. Él también repartía besos por el rostro de la mujer, muy cariñosamente.
—Si madre, yo te protegeré.— movió el brazo derecho simulando desenvainar una espada.

Se agachó para tomarlo en brazos y cargarlo, afirmándolo contra si misma–. ¿Cómo no sonreírte a ti mi querido hijo? –plantó un beso sobre su mejilla, luego rozando su nariz sobre ésta cariñosamente; sabía perfectamente que el segundo de sus hijos poseía un carácter posesivo y mucho más egocéntrico que el resto, pero aún así lo consentía, quizá de más–. Mira que grande estás, pronto serás un gran guerrero. –sonrió, mimándolo.

—¡Madre, sonríe para mi! Siempre para mi, solo para mi ~..— el menor de los varones, tan osado y coqueto como solo él podía ser. Mostraba su afecto posesivo con su madre cada que podía, le sonríe de vuelta con ternura desbordada.