Sonrió en respuesta, era cierto, su pequeño ya andaba y comenzaba a forjar su carácter, y aquello era algo que le emocionaba– Pero también trae nuevos retos para las mujeres que cuidan de él–dijo en un suspiro; no era un secreto que su pequeño trajera demasiado caos al palacio, pues su espíritu aventurero era férreo y su energía era tal, que ya habían tenido que cambiar de institutrices en más de una ocasión–. Aún es muy pequeño, pero pronto tendrá que aprender a ser un príncipe digno para Nashdag, se acabarán los juegos, no puedo postergarlo más; mi amor de madre me ha hecho desviar la mirada, pero mi deber como soberana es otro–confesó en confianza total con él, riendo resignada al final de sus palabras–. Me gustaría que seas tú quien lo prepare como futuro guerrero, no conozco a nadie mejor que tú para ello.