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◊. - Erundur, aquel que nació para ser Rey. - .◊
 
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Odessa · F
[code]necesario para cuando ocupara el trono.[/code]

Odessa · F
[code]un lugar donde no te hará falta el calor de una familia, ahora ésta será tu familia–habló con tal sinceridad, que no pudo evitar el imprimir un tanto de fuerza en su agarre a la mano ajena, sujetándole con confianza y calidez implícita–. Mientras tú vivas, tu pueblo, tu gente y tu Reino seguirán vivos justo aquí–señaló con su otra mano el pecho ajeno, dando un respiro profundo en el acto, a fin de sostener esa confianza que trataba de compartirle, y sobre todo, tratar de calmar ese corazón dolido y agobiado–. Sé que mis palabras no pueden regresarte lo que has perdido, pero me gustaría tratar de ayudarte, los dioses le darán remanso a tu alma, y sé que ellos ya han acogido bajo su brazo a toda tu gente; ahora Nashdag es tu hogar, debes vivir y ver más allá, Erundur. –Odessa sonrió con aires frescos, con tal candor que incluso su níveo rostro pareció iluminarse; gozaba de un corazón noble, algo que según ella, sería{...}[/code]
Odessa · F
[code]profundo de su pecho al notar el rastro acuoso en sus ojos, unos ojos profundos que daban apenas ligeros y casi imperceptibles vestigios de vida.
Y-Yo...–murmuró nerviosa, dudosa de sus propias palabras–. Lo siento mucho, no debí preguntar de esa manera.

Las miradas del resto se hacían cada vez más notorias, nadie había cruzado palabra con el chico desde su llegada, salvo el Rey y la Reina, nadie conocía su voz o si siquiera tenía la capacidad de hablar, algunos incluso especulaban sobre si el chico era mudo o había perdido la voz tras el suceso en el bosque blanco.

Por un momento Odessa estuvo a punto de volver en sus pasos, disculparse una vez más y marcharse con la culpa alojada en su garganta; pero a cambio de ello, tomó confianza de si misma y se adelantó, acercándose a él para buscar su mano y sujetarla–. No puedo decir que sé lo que sientes, pero sé que es duro, y que duele... Pero estás aquí, con vida, en {...}[/code]
Odessa · F
[code]Verlo dolía, no lo conocía pero poca falta hacía. Era como si él mismo fuera el dolor encarnado, y eso le preocupaba, era imposible para la Aldhar el pasar de largo ante semejante situación, era algo que ya muchas veces le habían criticado, pues para ser la princesa, en ocasiones se mostraba demasiado vulnerable a hechos ajenos a ella. Pero Erundur no le era del todo ajeno, después de todo, el niño era tema de conversación por todos los pasillos del palacio; incluso había escuchado a sus damas de compañía hablar de eso, mientras que su padre y madre, no dieron detalles al respecto ¿por qué siempre tenían que haber secretos? Se supone que era la princesa y debía estar al tanto de todo lo que sucedía en el Reino; ingenua, pues apenas era una niña entrando a la adolescencia.

Su curiosidad necesitaba ser saciada, de ahí que estuviese en ese momento frente a él. Sin embargo; tras escucharlo sintió un vacío en el pecho, y culpa, una culpa que caló en lo más {...}[/code]
E1563126 · M
su verdadera intención -... Mi pueblo fue asesinado, mi reino quemado hasta las cenizas...- Respondió con gelidez, casi insensible pero apenas decirlo sus ojos se cristalizaron ligeramente, a pesar de eso su expresión no cambió y las miradas de aquellos que con sorpresa notaron que la princesa estaba hablando con él no se hicieron esperar.
E1563126 · M
manchas difusas que no alcanzaban a acallar el eco de los alaridos que lo atormentaba, ninguna voz lograba alcanzarlo, al menos no hasta que ese dulce tono pronunció su nombre.

Solo hasta ese momento su mirada grisacea se elevó para buscar la procedencia de ese tono tan melodioso que sin más se abrió paso entre la tormenta que era su mente para llamar su atención y al hacerlo se encontró con la visión de un ser que parecía irradiar pura luz, no solo por su blanco cabello o su tez de porcelana, sino por su simple presencia, viva y enérgica, tan contrastante con él que casi era doloroso. La conocía, de vista y de nombre pero jamás en persona, era la princesa Odessa, heredera al trono de Nashdag ¿En que momento había aparecido frente a él? No estaba del todo seguro, pero si tuviese que describirla en ese momento diría que era como un faro en medio de la neblina.

-Si...- Apenas respondió ante su afirmación, tan bajo que seguramente solo ella podría escucharlo, esa era
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integridad física estaba casi intacta, salvo por algunos golpes y quemaduras menores, su alma y corazón habían perecido al menos de manera parcial junto con su pueblo, con todos aquellos Aldhar de sangre mestiza cuyas vidas vieron fin en manos de los seguidores de un traidor entre las sombras.

Los gritos aún llenaban sus sueños, la visión de fuego y sangre mientras corría aferrado a la mano de su madre, abriéndose paso entre la multitud que hacía el intento por luchar y sobrevivir aún llenaban sus sueños y desde su llegada al palacio de la familia real había dormido como mucho un par de horas, solo cuando el cansancio fue demasiado para sobrellevarlo. Era un niño aún, si, pero en su mirada ya no quedaba inocencia y el estoicismo hacían pensar a aquellos que le veían que tenían enfrente solo un cuerpo vacío, sin esencia alguna.

Y para Erundur... bueno, para él todos los sonidos e imágenes eran borrosas y distantes, como si no estuviesen en el mismo plano y solo le rodearan cual[.
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"No parece reaccionar a nada"

"Es como si él también hubiera muerto, aún no entiendo porque el rey lo acogió"



¿Y que iban a entender aquellos que hablaban como si él fuese sordo o no estuviera ahí? Erundur mismo era incapaz de dimensionar lo que había pasado en realidad y mucho menos de comprender las razones de ello, pero a su corta edad, con tanta inexperiencia jugándole en contra apenas podía asimilar el único hecho que era tan palpable que lo hacía innegable: Lo había perdido todo en menos de un día.

Lo que sea que hubiese provocado lo que se conocería desde ese momento como "la tragedia del Bosque Blanco" era totalmente desconocida para él, apenas tenía difusos recuerdos pues todo había pasado tan rápido que ni siquiera le dieron tiempo de replicar, su madre hizo hasta lo imposible para sacarlo con vida del pequeño reino sobre el cual regía y aunque
Odessa · F
[code]sensación. Sus cejas se tensaron como muestra clara de su percepción, quizá los rumores no eran tan errados, pero si de algo estaba segura es que la realidad era aún peor, bastaba con verlo en ese templo sagrado y exclusivo para los nobles del Reino, que aún con toda su divinidad, parecía no poder aliviar el corazón de aquel que respondía al nombre de: Erundur Nairel, Príncipe del bosque Blanco.

Sintió pena, pues él no estaba tan lejano a su edad, era tan joven como para cargar un dolor tan grande, era injusto que su vida hubiese sido marcada tan pronto, desterrado de su hogar, perdiendo su vida misma, mientras ella lo tenía todo.[/code]
Odessa · F
[code]- Tú debes ser Erundur ¿cierto? -la curiosidad era intensa en la princesa de albos cabellos, su mirar daba fe de ello pues no ocultaba su sorpresa.
Era inusual que su padre acogiera a otros seres con tanta "facilidad" No sabía como ni porqué ahora él estaba ahí, sólo habían rumores que le confundían aún más.

"Dicen que lo ha perdido todo." "¿Será un hijo bastardo del Rey?" "Sobrevivió por un milagro, es el príncipe del bosque blanco."


Para Odessa era tan inusual como emocionante el tener contacto con ajenos al Palacio, y es que su comunicación era por demás, limitada.
Se acercó a pasos breves y aunque estaba de frente a él, apenas y podía percibir su presencia "Es como un cielo nublado tras una tormenta..." Pensó, juraría que podía sentir algo cercano al dolor con sólo estar ante él, como si aquel joven careciera de un alma.

-... ¿Qué te ha sucedido? -sintió la voz flaquear un tanto a causa de esa {...} [/code]

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