[code]su mano buscó llamar, acariciando su ya abultado vientre, imprimiendo en cada toque el cariño inmensurable que por él sentía.— Su nombre será Khaled ¿te gusta? —en sus labios se formó una sonrisa plena y dichosa, sujetando con su mano libre la ajena con la única finalidad de llevarla sobre esa barriguita que ya resaltaba demasiado en su lánguida figura.— Serás una excelente hermana, estoy segura de ello. —inspiró hasta llenar su pecho; tal vez era su estado el que le hacía sentirse más sensible y vulnerable, pues en su garganta se formó un nudo de mera emoción aglomerada en su pecho, recordaba con lucidez cada momento junto a Irya, desde su "nacimiento" hasta esa primera vez en que sin preverlo ni planearlo, ella le llamó: Madre.[/code]

[code]La energía pura y dulce de Irya era un remanso total, desde su aniñado tono hasta el enorme significado de sus palabras; era, sin duda, un mensaje que le enternecía de sobre manera, especialmente porqué Irya era el primer contacto con la maternidad que había tenido, porqué aunque ésta no fuera su hija de sangre, sí era parte de si misma: Su más hermosa creación.

Pronto asintió con inmensa serenidad, casi palpable en el inmaculado lienzo de su delicado rostro tan fresco y vibrante como las primeras flores que ya hacía brotar la primavera sobre Nashdag.— He pensado en uno. —inquirió, dando un suspiro breve y suave al dirigirse a ella, mirándole al rostro, ese delicado y hermoso.— Su significado es precioso, trae consigo la libertad, energía y valor, será justo como su padre, sin muralla ni ser que pueda frenar sus anhelos. —habló con seguridad, convencida del espíritu férreo que poseería su vástago, a quien en dulces toques de {...}[/code]

— Madre. Estoy tan feliz de finalmente Nashdag tendrá a su heredero y tú podrás encontrar la felicidad que mereces. ¡Eso me hace feliz! Es imposible que lo contenga. —Una voz enérgica que inició su entrada en forma de su susurro deja a sus emociones apoderarse de ella, sonrió. Y con cuidado sus ojos se anclaban y recorrían la preciosa figura maternal de la soberana de Nashdag. Incluso su mente volaba y comenzaba a pensar en el pequeño o pequeña que estuvieran en camnio; Se preguntó que parecido tendría. Su mirada se enternecia. Ya quería conocer a su hermano. — ¿Ya has pensado en su nombre, Madre? —