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▫ Frío... Era lo único que podía sentir desde que habían partido hacía Reykjavík; no era una visita casual o al azar, era el acuerdo implícito para unificar ambos territorios en un futuro.
Nashdag y Reikiavik juntos por vez primera, asegurando la paz y conveniencia de ambos poderes. Después de todo, el deber divino de Nashdag era unificar cada raza existente.
Aún así tenía una mala sensación; la visita aunque era amistosa, se sentía tensa y a momentos obligada, podía notarlo en las duras facciones de su padre durante todo el camino, o en el refuerzo de seguridad para ese viaje. {...}
 
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Odessa · F
de par en par al penas retroceder.

¡CALLA! ¡Nadie ha pedido tu benevolencia! —gritó el hombre al lanzar veloz y fuerte golpe con el hacha en dirección a la Princesa.

Odessa retrocedió rápidamente, alcanzando a esquivar ese primer ataque por meros centímetros, pues sintió el viento cortarse justo frente a su rostro.
Con lo que no contaba, es que justo detrás de ella ya se había lanzado a atacar el segundo hombre con puñal en mano, quizá, retroceder no había sido su más certero movimiento.

¡...Tch! —quiso moverse lo más rápido posible, pero las zapatillas le jugaron en contra, haciéndola perder el equilibrio al resbalarse un tanto en cuanto trato de impulsarse para evadir a un costado; lo único que escuchó a continuación fue un golpe seco, todo había pasado demasiado rápido, lo único que sintió fue la hierba al caer en ésta de lado, sosteniéndose con ambas manos en el piso.
 
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