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▫ Frío... Era lo único que podía sentir desde que habían partido hacía Reykjavík; no era una visita casual o al azar, era el acuerdo implícito para unificar ambos territorios en un futuro.
Nashdag y Reikiavik juntos por vez primera, asegurando la paz y conveniencia de ambos poderes. Después de todo, el deber divino de Nashdag era unificar cada raza existente.
Aún así tenía una mala sensación; la visita aunque era amistosa, se sentía tensa y a momentos obligada, podía notarlo en las duras facciones de su padre durante todo el camino, o en el refuerzo de seguridad para ese viaje. {...}
 
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Odessa · F
una visita amistosa. Para ese punto toda cavilación se desprendió de su cuerpo ¿quién sería tan osado como para buscar hacerle daño o peor aún, robar la joya sagrada de su natal Reino? <al menos a esas deducciones había llegado ipso facto>

— Seré benevolente y permitiré que vuelvas en tus pasos si no eres capaz de dar la cara, Nashdag perdonará tu cobardía. —la fragilidad de su cuerpo no se reflejaba en el peso de sus palabras, el rocío de honor con el cual yacían impregnadas y el tono autoritario de un regente; y aún así, condescendiente, pues tersas eran las notas en su voz.

Por otro lado, el banquete se desarrollaba con fluidez, su padre daba por hecho que Odessa estaría en buenas manos, pues su prometido jamás había vuelto al salón por la capa de la Princesa como ella le había pedido momentos antes; para Odessa no pasó desapercibido el hecho de que su prometido no la buscase, y mucha más, que siquiera Erundur le hubiera seguido como {...}
 
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