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▫ Frío... Era lo único que podía sentir desde que habían partido hacía Reykjavík; no era una visita casual o al azar, era el acuerdo implícito para unificar ambos territorios en un futuro.
Nashdag y Reikiavik juntos por vez primera, asegurando la paz y conveniencia de ambos poderes. Después de todo, el deber divino de Nashdag era unificar cada raza existente.
Aún así tenía una mala sensación; la visita aunque era amistosa, se sentía tensa y a momentos obligada, podía notarlo en las duras facciones de su padre durante todo el camino, o en el refuerzo de seguridad para ese viaje. {...}
 
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Odessa · F
Y por ello es que volvió en sus pasos, resaltando de entre toda esa vegetación ante el claro de sus cabellos, distintivo de su raza, único e inigualable, pues cada hebra parecía tejida en hilos de plata, irreal en semejante suavidad y refulgencia. Aunado el precioso vestido diseñado especialmente para ese día.

Asumió que su angustia era por la situación, por tener que volver y aceptar que su destino estaba sellado, y que ese lugar sería su hogar en próximas fechas <no le disgustaba, aún fuera tan distinto a Nashdag, pero... El Príncipe era otro asunto. El joven parecía poco gentil, y siquiera parecía emocionado por Ella, sino por el título venidero que otorgaría tal unión.>

De pronto de entre los árboles una serie de ruidos ajenos a la naturaleza se dejaron escuchar, dándole a Odessa la advertencia clara de que no estaba sola, no más, pero... ¿Era esa una compañía grata u hostil? Afiló los ojos, entrecerrando los parpados al detenerse{...}
 
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