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▫ Frío... Era lo único que podía sentir desde que habían partido hacía Reykjavík; no era una visita casual o al azar, era el acuerdo implícito para unificar ambos territorios en un futuro.
Nashdag y Reikiavik juntos por vez primera, asegurando la paz y conveniencia de ambos poderes. Después de todo, el deber divino de Nashdag era unificar cada raza existente.
Aún así tenía una mala sensación; la visita aunque era amistosa, se sentía tensa y a momentos obligada, podía notarlo en las duras facciones de su padre durante todo el camino, o en el refuerzo de seguridad para ese viaje. {...}
 
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Odessa · F
Miró al cielo, como si buscase ahí la respuesta a sus cavilaciones, todo, absolutamente todo parecía tornarse más sombrío de un momento a otro, llamando a sus presentimientos enseguida con una leve sensación de vacío en el pecho.
Los sentidos de la Aldhar eran agudos, y casi podía sentir en el aire un "algo" que iba hacía ella, sintiéndose como una presa.

El frío era intenso y ya su piel se notaba afectada por ello, desde sus hombros ligeramente enrojecidos, hasta su nariz en la misma condición, sin dejar de lado el leve pero constante tiritar que ya era imposible de evitar, y que no sólo se debía al helado viento, sino a la aguda sensación de incertidumbre que acrecentaba a cada segundo.

No se puede escapar del destino después de todo. —mencionó para si misma en la intimidad que le ofrecía su aparente soledad, resignada y con una sonrisa poco grata, más herida que candorosa.
 
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