▫ Al caer... Posiblemente entre el yugo y la lealtad, la razón prevalezca intacta en el fondo de la inconsciencia, latente ante el frío que cobija la desdicha de los errores gravados con los nombres de quienes ha amado, inmutable ante la desgracia misma de no tener nada mas que decir en defensa de quienes le llenaron de cicatrices el alma, observando cada fallido intento por mantenerse de pie ante las mentiras que insisten en arrodillarle, posiblemente volverá a lo profundo del abismo... Posiblemente no regrese luego de mucho tiempo, de quebrarse el espíritu y drenar la sang
— No dudaré en mancharme las manos de sangre ésta vez, no soy quien conociste, a quién tuviste que someter antes hasta perder mi verdadera convicción... Ésta vez mi único objetivo es verlo caer.— frunció las cejas al volver la mirada al frente, justo donde en la pared se alzaba un cuadro donde figuraba un hombre, su padre.— Nashdag ha sido regada con sangre, sus tierras se han alimentado de aquellos que la defendieron hasta el final... Florecerá la venganza; Sindria tendrá lo que se merece, no, Sinbad.—masculló con la quijada tensa, firmando con ello su mayor determinación: Acabar con él.
cabellos intempestivamente. — Ésta vez no me doblegaré a ti por falta de voluntad o porqué me encuentres arrastrándome en la oscuridad, ésta vez no hay cadenas que me aten... No hay un Dios mirando hacía acá. —sonrió, no con aire amistoso, sino socarrón y malicioso, algo lejano a sus tiernas facciones, a su dulce carácter leal y fiel a sus principios, esos que se quebraban como baldosas bajo sus pies. Reacia a sucumbir, a verse inmersa en un perdón que no podía existir... No podía olvidar ni mirar a otro lado como si sus tierras no hubiesen sido regadas de sangre una vez más.— No negaré que tu aparente apoyo resulta un beneficio para mi, pero... Hay más detrás de tu repentino interés por ayudarme, dime, Nymeria ¿Qué te motiva ésta vez? ¿Mi poder? Te mataría sin dudarlo antes de que siquiera busques tocarlo.—declaró con excelsa seriedad y una mirada fija, sin atisbo de duda...
Escuchó cada palabra con una paciencia y calma tangible, inverosímil ante lo agudo que ésto calaba en su interior, era verdad después de todo... Sin embargo, su punto de quiebre fue tocado pronto, razón de más para golpear ambos puños sobre el escritorio y levantarse de golpe.— No hables de mi gente como si la conocieras; tampoco asumas que no sé lo que debo hacer o que estoy cruzada de brazos esperando que el odio de mi pueblo se disipe con el tiempo... No. —salió por el otro costado del escritorio para caminar al frente de éste a pasos lentos y breves, con confianza de sobra al darle la espalda a la pelirroja.— ¿Creíste qué ibas a encontrarme quebrada? ¿Lista para ceder a tu influencia como aquella vez? Mírame bien, Nymeria...—se detuvo y volteó a mirarle, aunque ésta vez el ambiente se distorsionó y quebró por su propia energía emergiendo de si misma, una energía visible en una estela rojiza que le cubrió e hizo pulular sus albugíneos...
El olor a venganza la atrajo de nuevo. Su avaricia por corromper almas puras le estaba llamando, y esa alma que tanto había buscado llegó a un punto de quiebre. El alma de Odessa finalmente se había alejado de David. Ahora es que podía actuar. La voz de ella le hizo mostrarse. — ¿Encarar? — agregó en tono suave, casi amable. Así que salió de su invisibilidad. Un vestido blanco ajustado de seda era su vestimenta. Estaba descalza y los rizos pelirrojos le colgaban por los hombros, del mismo tono que sus labios. — Hoy vine a apoyarte, Odessa. Bien podría escupir un «te lo dije» — ladeó el rostro para observarla. Era un rostro que conocía bien, lo había visto por siglos. — Pero hoy... quiero ofrecerte mi apoyo, Odessa. Eres reina de un pueblo que no te quiere, pues trajiste a su ejecutor a saludar. ¿Creíste ciegamente en él? Es una lástima... — Avanzó hasta sentarse sobre el escritorio, al lado de dónde la reina tenía sus documentos (...)
asuntos de Nashdag. Dejó el bolígrafo a un lado para dejar de escribir al notar su presencia, jugando con sus cavilaciones como es ya costumbre.— ¿Piensas permanecer oculta por más tiempo o encararme de una vez?
Es la desdicha la que flagela su corazón al punto de volverlo susceptible, de verse reflejada en la sangre que ha corrido una vez más en su reino, por su culpa... <No, por la culpa de ese ser... Él> Está susceptible, tanto como para ir en contra de sus propias voluntades, de los principios forjados en años de redención donde un idilio le envolvió, algo denominado "Amor" que la consumió al punto de cegarse, de no ver más allá y caer de lleno cuando la mentira hizo arribo para quebrar su espíritu una vez más. No puede verlo, no más... Porqué a sus ojos no hay verdad más dura que la traición, que el sabor ácido en los labios por el recuerdo de palabras dulces que alguna vez le dirigió y que ahora sólo vienen a su mente para causarle dolor. Y en su presente sólo yace una opción, esa que se materializa en forma de mujer, una ya conocida que llega en los momentos menos esperados... Cuando ha caído.
— Nymeria... —musitó en la aparente soledad del salón donde atendía los...