¿Qué podría ofrecer a quien posee el rumbo del destino? –Desplegó su calma bajo un atisbo desolado, divagando sobre un afluente despejado sobre la verde hierva que cobijaba a cada uno de sus pasos.- ¿Qué podría ser digno de aquel preciado don que concibes en tu más plena armonía? –Fue entonces como pequeños brotes de lirios blancos surgieron de la grama a su llamado, floreciendo ante tus ojos, desbordando su dulce fragancia a tu alrededor, rodeándote con recelo, adorando tu existir.- Solo puedo ofreceros un camino distinto, una consecuencia diferente a lo que ya está escrito en tus ojos.
— No separó la vista de la figura masculina ni un solo instante pues se encontraba a la defensiva siempre que algún extraño se acercaba y es que ya había sufrido intentos de secuestro con anterioridad, tantos que no podía relajarse. Pudo haber hecho gala de su poder con el fin de preveer los movimientos del contrario pero, desde siempre, el único modo de hacerse con el futuro era entrando en una especie de trance que la dejaba desprotegida. Rara vez tenía premoniciones al azar. — Me parece que primero tendrá que decirme qué está dispuesto a pagar. Por mientras puedo afirmar que su aura me inquieta un poco. — Siempre había sido una persona directa que no diferenciaba si podía ofender al prójimo con sus palabras. Ladeó levemente la cabeza, esperando respuesta. —
Una entidad elitista. -Expresaría con tono suave, mientras perdía la atención de su mirar, disfrutando el horizonte como si anhelada sus secretos.- ¿Y cree usted que sea digno y pueda pagar vuestro precio? -Concurrió mientras regresaba sus profundos ocelos a la joven misteriosa de marcas profundas y envolventes.-
