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Conocía perfectamente a Nymeria, su segunda más cercana de los hermanos... Podía deducir que estaba iracunda, era obvio de sólo sentirla cerca.

No pudo hacer nada cuando su cuerpo fue alzado de esa manera; increíblemente frágil, a merced de la de cabellos rojizos, pero dolía... Su cuerpo entero dolía como si miles de agujas se insertaran en su piel.

— No lo deseo... Nymeria, quiero irme... —Musitó con una calma impoluta pese a su estado, quería tener más fuerza para negarse, para resistirse. — Déjame hacerlo... Quizá así pueda acompañarlo por la eternidad, soy una creación imperfecta... —Más se demoró en decir aquello que en llegar a aquel lugar desconocido por ella, el frío ya no estaba, ni el bosque, nada... Era como entrar a otra realidad.

E incapaz de moverse, sólo miró a Nymeria con la duda en sus ojos más palpable que nunca.

— ¿Dónde estamos?... —
(...) Morir. Dunkel tendría un alma que podría salvar su cuerpo un par de días más, pero de momento Nymeria iba a llevársela a recorrer el mundo y alimentarla. Seguramente encontraría a Klaus... Y vendría su venganza.

Activó su poder, recogió a Dunkel dentro de la Dessert house y se la llevó, lo siguiente era curioso. Terminaron en la habitación del papa.
Llevó ambas manos a su propio rostro. Sostenía el aire para calmarse, luego lo soltaba, pero esos estúpidos ejercicios humanos no le servían en lo más mínimo.

—Y una mierda, Dunkel. —


Se agachó junto a ella, la cargó en su regazo cuando pudo ponerse de rodillas, no le cabía en el pecho que sus pertenencias se fuesen a perder por tal estupidez. Dunkel siempre fue su favorita, aunque su carga fuese tan grande, le era imposible verla así, como un despojo, un despojo que Klaus creó.

— Nos vamos de aquí. Hay un lugar dónde podrás alimentarte. —
Pensó, rápidamente lo hizo, había tantos lugares en el mundo, pero ahora uno en específico dónde su avaricia una vez cayó. Se trataba de un rey de la religión que se dedicó alguna vez a andar por el mundo queriéndose adueñar de la mente de las personas. Pero en algún momento su corazón se "iluminó" y no quiso más a Nym. Ahora era solo un viejo perezoso que pedía(
par de lágrimas nacieron de sus ojos, casi congelándose sobre su piel.

— N-Nymeria...—Por fin habló, se contrajo formando un ovillo con su cuerpo, le faltaban fuerzas, tenía hambre... No necesariamente de comida, necesita esa fuente de poder a la que había sido sometida desde su nacimiento: Humanos.
Los céfiros del viento cantaban a su oído, una melodía fúnebre, susurros de aquello que había anhelado antes por mera causa de su naturaleza, por nihilismo, por un vacío que Padre le otorgó... Pero ahora deseaba desaparecer a causa de un abandono, el más doloroso de toda su existencia. Vidas había visto ir y venir ¿Qué de raro tenía perderlo todo entre las manos? Ésta vez era el Orgullo quién la aplastaba y ni el frío de la nieve bajo su cuerpo era más mortal que la partida de Klaus, su hermano.

Poco a poco sentía que su conciencia se diluía en el tiempo, su piel de por si pálida, ahora lucía amoratada y el negro de sus extremidades iba perdiendo brillo, incluso habían llagas en su piel por el frío; Padre le había hablado, incluso se había mofado de su ridículo sacrificio... Sí, era absurdo.

Abrió los ojos en cuanto sintió que el ambiente era teñido por la presencia de alguien, era Nymeria... Quiso decir algo pero un sollozo fue lo que brotó desde su garganta reseca y un
La sentía desaparecer. Su esencia se estaba perdiendo del mundo, por primera vez en mucho tiempo resultó que recordó como reaccionar cuál si fuese Wrath, la ira se apoderaba de sus sentidos. ¿Cómo era posible que una de sus pertenencias más amadas se fuese a perder solo por Klaus? Ese imbécil.
Aún había un pequeño rastro de ella, el remanente de su oscuridad. Allá, en un bosque, probablemente esperando por el momento en que pierda la forma física.

Se echó los cabellos rojizos hacia atrás, observó y le pidió a padre que le permitiera ver en qué situación estaba antes de llegar. Padre se lo concedió, Nymeria cerró los ojos un instante y pudo ver su desnudez en medio de la nieve, en un bosque que no iba a tener compasión en lo más mínimo, y mancharían en blanco con el negro que representaba su hermana. Se deshizo en viento, en hojas, y habría de tomar forma física frente a ella.

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