ーQuizá puedas acompañarme, y en el camino encuentres a quien buscas. No podría dejar que mi regalo anduviese por ahí sin una escolta; este mundo es peligroso para las chicas bonitas.

Galante y bromista como siempre, se expresaba de tal guisa con toda naturalidad; como si el coqueteo fuese su segundo lenguaje. La realidad era que, habiendo nacido de humanos y vivido la mayor parte de su vida entre ellos, había desarrollado ese carisma y desparpajo para poder mezclarse mejor con ellos: nadie sospecharía que el joven con pinta de yakuza era en realidad una monstruosa máquina de batalla que combatía a la oscuridad donde sea que la encontrara.

Suspiró, intentando alejar esas ideas de su mente. Para disimular, aprovechó el momento para recogerse la larga melena, anudándola en una nutrida coleta; la que pronto dejó descansar sobre su espalda, evitando que le estorbase durante el camino.