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VHs1575897 · F
— Gracias — Daba demasiada importancia a algo tan noble como una promesa por parte de Cinco, quien, de entre todos sus hermanos, a veces daba la impresión de ser el más huraño.

Apretó la libreta entre sus manos, sin importarle que fuese a estropear los apuntes. ¿Sería cierto? Cinco planeaba darle una nueva esperanza de vida, una donde pudiese sentirse parte de la familia y, ¿quién sabe? A lo mejor era cierto que en uno de esos viajes conseguía poderes.

— ¿Cuándo se lo dirás? Papá ha estado muy ocupado haciendo investigaciones y anotaciones sobre ustedes y las últimas misiones...— Encontraba extraño hablar tanto con uno de sus hermanos. Por lo general, Vanya se aferraba al silencio y soledad con tal de no sentir el exilio de los demás.

— O podrías hablarlo con Pogo antes... Él es lo más cercano a papá que existe en el mundo. Te aconsejará mejor que yo, Cinco. —
Por eso hacía todo lo que estaba a su alcance para aliviarle la vida, así fuera regalándole un antifaz para que se sintiera parte del equipo o castigando a Diego al esconderle sus preciados cuchillos.

Sí, si el salto en el tiempo daba buenos resultados, haría que Vanya viviera tantas vidas distintas como quisiera antes de volver a la que tenían ahí. Lo mismo para Ben o Klaus, si podían tomarse al menos un respiro de las torturas a las que eran sometidos por el viejo, tal vez estarían mejor.
—Por supuesto que no voy a dejarte, Vanya. Volveré de inmediato una vez pueda hacerlo —soportó toda la parafernalia de la mujer, sus cambios entre opiniones y sus silencios. Cinco estaba convencido de que al final su hermana iba a ceder ante la idea de ayudarlo porque podía sentir esa necesidad de querer más, al igual que él.

—Si aprendo más, incluso podría llevarte conmigo. Iríamos al pasado o al futuro, a donde tú quieras; quién sabe, tal vez descubramos algo asombroso digno de un cómic, te muerda un bicho radioactivo, yo que sé. Tal vez te pasé algo increíble —no, sus palabras no iban dirigidas a ella a modo de terminar de convencerla, lo decía de verdad, quería también que ella se sintiera cómoda y segura en algún sitio para desarrollar sus talentos. A veces no soportaba la estupidez de Diego al dirigirse a ella como si fuese débil o que su padre la obligara a aislarse en otras habitaciones.
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— Haré lo que pueda para convencerlo — Si lo pensaba dos veces, estaría ayudando a uno de sus hermanos. Era como formar parte del equipo, ¿no? La vaga idea le dio esperanzas a un futuro incierto, donde todos se dieran cuenta que, siendo ordinaria, también era útil.

— Pero... quiero que me prometas una cosa, Cinco. Promete que no vas a dejarme. —
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— No es correcto, Cinco... Desconocemos las consecuencias de saltos en el tiempo. ¿Y... si no vuelves? — Una punzada insistente se clavó en su pecho. Cinco era de los pocos (si no es que el único) en apreciarla aunque fuese un poco; los demás la trataban de estorbo, todo por carecer de poderes. ¿Qué haría si Cinco se iba a otro año y nunca volvían a verse? Vanya sintió ganas de llorar, pero pudo contenerse gracias a su maestría en retener emociones.

— No sé si padre acepte ayudarte si se lo pido. Es muy riesgoso lo que quieres hacer... — ¿Quién era ella para decidir qué era correcto o no? De pronto, mil pensamientos negativos y un toque de ansiedad se instaló en su cabecita. Cinco no le haría caso por más que insistiera, lo presentía.

Lo miró de soslayo, aún con la cabeza gacha. Dio un suspiro largo y terminó por asentir.
—Tú puedes leerlo mejor que nosotros, conseguiste que te diera ese viejo instrumento que tanto adoraba. Tienes una capacidad, Vanya, de suavizar hasta a la persona más dura; me ayudarás a leer el momento, ¿verdad? —de nuevo, Cinco no pidió su consentimiento, lo dio por hecho, sonriendo de lado apenas.
—Cuál sería el fin de tener este poder si no puedo usarlo —puso los ojos en blanco, cual si fuese bastante obvio lo dicho; sin embargo, en cuanto pudo notar a Vanya siendo más dubitativa de lo normal, decidió suavizar un tanto su expresión y explicarse mejor —. He llegado a mi límite, Vanya, puedo hacer más que solamente aparecer y desaparecer en un espacio finito; tiene que enseñarme más, o si no todo esto de la adopción y los entrenamientos habrán sido para nada.

Cerró la libreta y la dejó a un lado, ya era demasiado tarde como para estudiar, sus ideas no dejaban de revolotear sobre un mismo punto. Y lo haría, lo conseguiría, aún si el viejo no lo quería así... Pero prefería aprender con su guía que andar a tientas en la oscuridad.
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Por otra parte, no quería que Cinco la dejara sola. — No sé si lo conozca tanto como crees...— Ahí estaba de nuevo esa lluvia de recuerdos tormentosos donde su Padre era el protagonista. Si pasaba tiempo con él, era para recolectar información acerca de sus hermanos y nada más.

— No creo que sea buena idea, Cinco...—
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Agradeció en silencio regresar su atención a los apuntes del cuaderno. Vanya tenía tanto por decir acerca de las restricciones que Padre le imponía y lo mucho que la lastimaba no dejarla ser parte del grupo; o cuántas veces se quedó en vela, pensando, intentando encontrar la respuesta a la misma incógnita: “¿por qué soy ordinaria?”

Giró el lápiz e hizo presión en la hoja con el borrador. Algo de silencio no le sentó mal, al menos por unos segundos.

— ¿Qué? —

Pensó que escuchó mal, pero la mirada decidida de Cinco confirmó su miedo. — ¿Viajar en el tiempo? ¿No es... eso peligroso? — Habló despacio y bajo, pues sintió que entrometerse en los planes de Cinco podría causarle molestias.
—Vanya, quiero viajar en el tiempo —escupió al fin las palabras que por tanto tiempo habían quedado atoradas en su garganta. Nadie sabía realmente lo que él deseaba o a lo que aspiraba; Reginald era el único que podía leer la expresión del chico, pero siempre lograba evadir el tema, y Cinco no había tenido problema antes... Pero ya no más. Se sentía listo, ya había superado muchas pruebas, quería un reto real —. Se lo diré al viejo pronto. Sé que puedo confiar en ti, sé que lo conoces posiblemente más que nosotros... Así que quiero que me ayudes.

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