—¡Claro que no! Jamás bromearía con algo así. ¿Te imaginas que quiera llevarte a cabalgar? Con esos vestidos no podrías. —Esa carcajada lo hizo sonreír. Su comentario tuvo un efecto positivo y ahora estaba más que relajado con ella, al parecer era la primera chica que no lo encontraba pesado o invasivo. Era extraño encontrar a una mujer que pudiera reír y charlar con soltura sin sentir que fuera incorrecto.
—¡Me quedaré soltero de por vida! No podré dejar descendencia. —Exclamó con un aire demasiado teatral, incluso se hizo hacia atrás, dando la ilusión de que iba a desmayarse. Empezó a reír y antes de poder hablar, escuchó aplausos provenientes del gran salón y se dio cuenta de que el evento principal iba a comenzar.— Bueno... Creo que es la hora del baile para los "afortunados".
— Estás bromeando. — Por primera vez en lo que va de la noche, Nathalie carcajeó con naturalidad. ¿Sería cierto? De ser ella a quien hubieran comprometido con ese muchacho, la felicidad estaría a la vuelta de la esquina. Por otro lado, ese camino lleno de comodidades, ropa extravagante y peinados ridículos fue marcado en el momento en que sus padres y los padres de Rivers firmaron el acta de compromiso. Tal vez la risa, más allá de ser provocada por diversión, fue un enjuague a sus demonios internos.
— No imagino la tortura que debe ser, sobretodo en estos tiempos. Temo ser yo quien te diga que serás un soltero de por vida. — Comentó con una amplia sonrisa que aseguró el seguir del juego.
¿Quién podría estar feliz si le han elegido a la pareja? Nadie debería pasar por eso. —Tal vez era un pensamiento muy adelantado a su época y quizá, esa era la razón por la que, aún siendo el mayor de los hermanos Storm, Nicolás no tenía una prometida y ahora la desconocida tocaba esa "herida"... ¿Para qué diablos vino al baile de presentación si se iba a cuestionar su falta de pareja?
Pues... Resulta que soy altamente insoportable para las chicas. —Dijo con un tono algo sarcástico, inclinándose hacia adelante como si fuera a murmurar un secreto, invadiendo sin querer, un poco el espacio personal de su acompañante.— Es que no las dejo usar vestidos pomposos y se molestan conmigo. —Añadió a modo de broma, regalándole una sonrisa.
— Quisiera poder felicitarla, pero las muecas de amargura en su rostro no me lo permiten. No se ve del todo satisfecha, que digamos. — Estaba externando sus temores de una manera muy peculiar: mintiendo, pasándole su historia a alguien que todavía no llegaba a la edad adecuada para considerarse candidata a un marido.
— ¿No fuiste elegido para un matrimonio? ¿Por qué? — La duda se asoma en la mirada de Nathalie, quien, sin darse cuenta, estaba por perderse el pase de lista de las parejas.
Parece no haber esperanza ni por matrimonio arreglado, ¿eso es patético, no? ─Cuestionó con un tono que pretendía sonar a broma, pero tan pronto su lengua soltó aquellas palabras, su cerebro proceso que bien pudo haberla incomodado.
Por un brevísimo instante, se sintió acorralado entre la espada de la verdad y la pared de la vergüenza, de algún modo tenía que salvar su orgullo en riesgo, así que sonrió un poco más de lo necesario, cruzando las manos tras la espalda. ─Me veo privado de todas estas situaciones, porque nunca me quedo lo suficiente en un solo sitio para ser invitado a este tipo de eventos. ─Verdad a media, no lo invitaban porque lo quisieran allí, pero de verdad no asistía, así que no consideró que fuera de mala educación soltar una mentira pequeña frente a una extraña.
─Mis felicitaciones para su hermana. ─Adoptó un aire más cordial, de alguna manera, sentía que su compañera ameritaba a alguien menos bruto... Al menos por unos minutos. Acarició las rosas y soltó una risa debido a su pregunta.─ Me temo que soy del porcentaje aún más desadortunado, de esos que no comprometieron. Para alguien como yo, parece no h
—¿Cómo harán para bailar? Los invitados dejan la pista al descubierto para que las parejas pasen al frente. ¿Nunca estuviste en un baile? — Pasaron segundos para darse cuenta de lo impertinente de su comentario, el cual corrigió acompañado de un suave rubor en los pómulos — O eso es lo que me han contado sucede en la mayoría de los bailes. Vine aquí para acompañar a mi hermana, ella es la que contraerá nupcias a finales del año. No quería venir pero, su rostro acomplejado me obligó a presentarme. — Un par de mentiras blancas no iban a costarle el forzado matrimonio, ni un poco de paz por la noche. Deslizó la mirada al frente, nuevamente, pero ahora deteniéndose a contemplar el amplio jardín.
— ¿Tú eres de los desafortunados hombres al que comprometieron también? —
De pronto ella empezó a hablar y ese tipo de comentarios lo hicieron reír un poco, no esperaba que una jovencita de apariencia bien refinada, y por obviedad, de buena familia al estar ahí, pudiera expresarse de esa manera de un evento de alta alcurnia. ─ Es una manera terrible de comprometer a alguien. ─Expresó de manera sincera, poniendo las manos en la cintura, observando curioso las finas vestiduras de la joven, su charla contrastaba con la manera en que iba arreflada, como si fuese un hermoso regalo. ─ A decir verdad, el jardín es más adecuado que todo lo hay adentro del salón, ni si quiera se puede caminar, ¿cómo le harán para bailar sin tropezar con esos enormes vestidos?
Nicolás de pronto se dio cuenta que había sido descortés, así que se reprendió internamente, como solía hacerlo su hermano menor, siempre era impulsivo y poco delicado cuando interactuaba con las mujeres... En realidad con todos, por eso era temido en el campo de batalla y relegado de eventos sociales como esos. ¿Había creado un momento incómodo? Estaban solos y ella no contaba con un chaperón... Nicolás, sé amable, se amable. [...]
— En realidad, ni siquiera quería venir. Hoy presentarán a todas esas niñas tontas comprometidas. ¿Quién quiere ver eso? — Espetó con un deje amargo, porque ella está incluida entre las demás ovejas, y eso le daba vergüenza mencionarlo.
Alisó la falda del vestido, impregnando la tela de cosquilleos derivados de sus nervios; giró apenas, dedicándose a escudriñar cada detalle en sus ropas que obviara la cuna proveniente del hombre, mas al no encontrar nada, dejó la inseguridad atrás.
— A diferencia de la algarabía en el intermedio del baile, el jardín está tan callado que puedo pensar con calma. — Sonrió, con la misma dulzura de sus palabras, ya que se relajó un poco.
