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Memories of another time
 
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Bajo sus dedos, una formación dura hizo contacto con su piel; en respuesta, este giró a la chica dónde una pequeña malformación dorada se mostró ante él; con esa idea, supuso que aquella llave tenía que introducirse ahí, ¿había más en este secreto de muñeca? Fue instantáneo, agarró la llave para meterla sobre aquella deformidad e hizo giros cuidadosos. Uno, dos, tres.

Estaba a punto de descubrir, que esa chica no era solamente "una muñeca".
maletin. Eso había pasado ya hace unas horas. Encontrándose en una habitación nublada de vida —probablemente su departamento— hacia visión con contra del maletín que hace poco había comprado. ¿Qué diablos le llevó a hacer eso? No era necesario pensarlo tanto... Con sus dos palmas, hizo rose contra los seguros dorados de aquel objeto maderil que, de un click, la maleta quitó su seguro. Abriendo esta misma, recibió una sorpresa para cuando dentro de ella había una muñeca albina resposando sobre la superficie esponjosa; y con ella, también una llave en una extraña forma parecida a la de un corazón.

Curioso, el hombre tomó con sus dos manos a la muñeca para levantarla. La mirada cerrada, las alas negras que se desprendían de su espalda, la especialidad en que la tela se sentía sobre sus palmas... Algo del otro mundo estaba sobre sus ojos. Y sin embargo, algo de descepcion había llenado su mente, por muy bien que estuviera hecha, esto no funcionaría para...
Lo mente le llevaba inconscientemente al desconocido. De los pocos días en el que la escuela le provocaba una corta felicidad, los fines de semana no eran más que un imploró de ayuda sobre sus pensamientos; y con ello, caminar hacia lo incierto se volvía una actividad habitual. Todo, por mantenerse su mayoría del tiempo fuera de esa casa.

Se encontraba en un recorrido extraño, ni una pizca de personas parecía reconocer el sitio en el cual se encontraba, cómo si este fuera un lugar baldío; era extraño, ya que la ciudad normalmente era un lugar muy activó sobre sus suburbes. Destino o coincidencia, no fue precisó al notar una tienda añeja al girar su cara; fue por unos instantes, pero en una ventana de esta misma, un maletín poco convencional asomaba sus extrañezas hacia sus perdidas pupilas. En esos pocos instantes, algo le llamaba a algo que ni el mismo comprendía su significado, le guiaban ciego por sus sentimientos sobre un mundo que nada tenía que ver con su vida. Quería aquel m
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Años pasaron —en su mundo onírico llevaba la cuenta—. Laplace, el conejo juez, repartió los siete maletines en puntos específicos y cercanos para que las rosas pudieran reencontrarse con rapidez. El maletín de Suigintou terminó en una pequeña tienda de antigüedades de la ciudad. Exhibido tras la ventana de la pared que daba a la calle, la primera de las Rozen Maiden aguardaría por la próxima persona que diese cuerda en su espalda. Era lo único que podía hacer…

Esperar.

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Parecía ser que el Alice Game jamás llegaría a concretarse. No era la primera vez que las rosas del jardín habían despertado, y eso solo suponía la inevitable batalla a la que estaban destinadas desde el día de su “nacimiento”, sin embargo, por factores ajenos a ellas, el juez del juego interrumpía en el preciso momento para mandarlas a dormir de nuevo. Rosa negra estaba hastiada de esas pausas, de esas interrupciones que quedaban lejos de ser sometidas a votación porque, si ellas eran las participantes, era justo pedir su opinión, ¿no?

Y como siempre, quedaba a merced de un profundo sueño, encerrada en su correspondiente maletín hasta que se decidiera la siguiente fecha del encuentro. {+}

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