31-35, M
Skyfüll
About Me About Me NotesAbout Me
Nombre: (“Nameless” = “Sin nombre”) Skyfüll
Raza: Ninguna
Edad: Un poco más de veinte años vividos en este plano.
Sexo: Masculino.
Orientación sexual: Asexual.
Descripción
Un muchacho, pocos años después de la mayoría de edad, de un metro setenta y algo, una piel blanca como la nieve, un cuerpo frágil como el cristal y tanta fuerza como un perro pequeño o un gato. Su cabello es transparente, así que tiende a echarse mucho talco en la cabeza para hacerlo parecer blanco.
Es normal verle incapaz de defenderse o lograr utilizar su físico para ejercer poder alguno. Consciente de ello, tiende a “dejarse hacer” toda clase de acciones o injurias que de otros provengan, las cuales, de todos modos, apenas siente.
Le resulta muy difícil sentir sabores, olores, dolor o placer, aunque es muy buen actor. También diría que le es difícil ver o escuchar si no fuera porque poniendo tanto de su parte para poseer estos sentidos, logra ver o escuchar como cualquier otra persona.
Es una persona muy “pasiva” ante todo, dejándose hacer cualquier cosa y nunca defendiéndose a menos que algún motivo lo convenza de hacerlo en el momento, desatando entonces toda su naturaleza insidiosa y molesta, la cual generalmente guarda para cuando se cansa de su naturalez blandas, ambas actos de la forma de ser real suya, la del personaje que añora el alma de su hermana.
Historia
Un muchacho de unos veintisiempre que aún no alcanza los veinticinco, de cuerpo frágil y débil, cabello transparente y delgado, con una historia complicada a su manera propia:
Todo comenzaría años atrás, cuando los Skyfüll, una pequeña familia de la región, conformada por dos padres, dos hijas y un pequeño, Orión Skyfüll, cayó echa pedazos tras una pelea familiar por algún tema ya olvidado. Padre y madre se separaron, tomaron a los hijos que tenían más cerca y marchó cada uno de vuelta al país de su ascendencia. La madre a algún país de las Américas, el padre a Inglaterra, la tierra más lejana que para el pequeño Orión pudo haber existido.
Pero como es con historias como estas, los personajes nunca comienzan y acaban con facilidad. Orión, el pequeño de las estrellas, aún no conocedor del orgullo o el escorpión, siguió a su padre por latinoamérica, por Perú, Colombia, Argentina, Chile y Brasil;
Le explicaba siempre su padre o así lo recordaba el surreal muchacho, que con pensamientos tristes, perdidos en los recuerdos de su mente hundida entre páginas de cuento y misterio, no podía ya entender el mundo como un mortal más, pues si no era el bello recuerdo de la luna hermana suya, habría de ser la imaginación infante e inocente, lo que daría fuerzas para caminar.
Pensaría el a veces, antes de dormir, entre aquellos delirios de poeta inglés al pasar años y noches bajo techos diferentes. Preguntándose si de verdad era aquel el camino de vuelta a su hogar, preguntándose cuando podría dejar de imaginar imposibles para que sus pequeñas manitos pudieran palpar a sus abuelos, a su familia, his kin.
Pero para quien el sinsentido solo cobra sentido con más sinsentido, la locura no existe, poco a poco la pena se sume en un llanto infinito de lágrimas que se solidifican baja las solitarias noches frías, sirviendo como coraza a los recuerdos a olvidar, para luego cubrirlos de irrealidad y mutar al alma, hacer sonreír a la pena y perderse en la imposibilidad.
Años habían pasado y aún no llegaban, ¿o era que acaso habían llegado ya?
Pero desgracia la suya el tenerlo a él como progenitor, una persona imposible que aún sin locura, seguía un camino extraño, lejano a lo real, ¿porque qué clase de padre toma a un pequeño a caminar por años sin jamás descansar, prometiéndole un destino exacto año a año de preguntas para jamás dejárselo observar? ¿De verdad viajaban entre ciudades, allá queriendo llegar? Orión, el muchacho, perdido en sus pensamientos y mundos imaginarios era una pena total y real, un muchacho casi hombre, hundido en una tierra de ensueño donde ya no recordaba su nombre ni su ser, donde vivía eternamente feliz con amigos y personas que no existían, de esa manera seguir a su padre por ese camino infinito no era problema, solo debía dejar a sus piernas moverse, que caminaran y que su cuerpo de por sí, por sí solo, todo trabajara.
… Pero estás historias, que acaban cuando comienzan, dan nacimiento a sus personajes noches de verano, en Brasil, mientras sujetan un recuerdo de alguna playa, un barco muy antiguo en una botella polvorienta, uno que encierra a un demonio arcaico, capitán del mismo barco, pasearse por su nave ya totalmente resignado, arrepentido y cansado, uno que solo el protagonista, el pobre y onírico muchacho perdido entre recuerdos errados, logra observar y escuchar con sus ojos, con esos ojos de quien ya no habita este mundo, sino que cualquier otro.
El capitán, como delirando, estallaría en carcajadas al descubrirlo como lo descubren, pensaría haber encontrado la locura y sonreiría ante el curioso protagonista, que auto-convencido de ideas totalmente propias, se dedicaría la tarea de liberarlo, de devolver al mundo tan antigua y olvidada entidad. Pensaría que sus actos eran parte de alguna profecía y que al final, finalmente encontraría un final para sí. Algún delirio lo haría hacerlo, algún delirio convencería al cansado espíritu, con palabras bonitas descubriría como el demonio ya no tenía nombre y con una esperanza desmedida, entendería que entregarle la libertad al mismo lo liberaría de todo, que finalmente finalizaría al fin su viaje, su vida...
Pero como siempre este autor ha entendido, los casos de demonios malditos son tan pocos y escazos en la existencia, que todos y cada uno de ellos tienden a romper la realidad y contradecir a las leyes más firmes y primeras de lo que es y lo que no, retorciéndolo todo; ¿qué saldría de la reacción entre un demonio sin nombre ni libertad, uno con el que hay que soñar para verlo y entenderlo y un muchacho con un pie en el mundo de los muertos al estar su corazón olvidado por su alma y su mente llena de mentiras a fuego por sí mismo forjadas?
… Este autor comprende lo complicado de las palabras que escribe: el demonio Orión, confunfido, arrepentido e inseguro de lo que acababa de pasar, pero sin cuestionar las palmadas en la espalda que, aquel concepto de persona, sin nombre, sin alma, una nada, un vacío, lo impulsaban a rehacer su inmortalidad, así que pasó a perderse por la realidad de lo que sí existía. Por otro lado, el otrora Orión humano perdido en la locura, habiéndolo perdido todo, habiendo quemado su alma, destruido su fuerza, arrojado su color al suelo y dejado de ser, pasó a ser un mero concepto consciente, un error en la existencia que no existía ni para la misma existencia, desapareciendo totalmente para nunca volver a existir, pues no existe.
Habiendo limpiado de mentiras y lágrimas su corazón, pero aún pudiendo ser recordado, muy en el interior, por su hermana perdida por el plano de los seres, el Skyfüll sin nombre, el que ya no era, el que no puede ser ni tampoco podrá no serlo jamás, halló un propósito para volver a tratar de ser pese a ya no poder para el mundo. A pura voluntad se entregó lo que pudo de cuerpo y a pura intención peleó contra las corrientes de todo lo que sí era, de lo que es, para que el tiempo no lo desintegrara en segundos, para que las brisas no le arrancaran los brazos, para que los pensamientos no se transformaran en profundas heridas y, finalmente, poder alcanzarla y volverla a ver, para algún día, al verla a ella acabar y morir, tomar su pequeña alma entre ambas manos y quedársela, para así siempre poder volver a existir.[/b]
Otros datos
Posee capacidades extrañas e imposibles, pues su propia existencia podría describirse como o compararse a la de aquellos personajes “oficialmente” muertos para el sistema, con la diferencia de él estar “eliminado” de la existencia, de tal manera que para la existencia, Skyfüll no pueda “ser”, no pueda existir, existiendo solo entonces por voluntad propia, pero más como un ser “aplanar” (de ningún plano, ningún mundo o dimensión) y atemporal (sin tiempo), teniendo que viajar personalmente por la existencia y tiempo para estar donde desea estar.
Habrá quien lo vea como una existencia inmortal, pero aúnque no pueda morir, en estricto rigor tampoco existe para la existencia, de ahí su fuerza casi inexistente o su inmensa fragilidad, pues el mover objetos, cargar personas, moverse o ser movido por cualquier plano/tiempo le hace daño, debiéndose entonces de su imposible voluntad para materializarse y hacer lo que sea que desee.
Dice ser “talcomante”, un mago del talco, cuando realmente todas estas acciones mágicas son una materialización de su voluntad, deseos y humor.
Eso de momento.
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Felled by Life, Death and Time (requiere cierta... Edición embellecedora)
Es el alma de un antiguo humano ya olvidado que tras vagar por un eterno limbo olvidó su antigua vida y su humanidad, pronto el tiempo y su mundo lo olvidaron de vuelta, abandonándolo entre dimensiones, en un territorio atemporal. Desde entonces su esencia se tornó como la de un árbol que empezó a expandir sus raíces por las diferentes líneas temporales del haber, consumiendo y llamando a las almas de otros con destinos similares al suyo.
Eventualmente y con suficiente fuerza dentro suya, empezó a dar frutos; avatares menores de su ser que eran enviados a diferentes dimensiones y tiempos a vivir sus cortas vidas como tristes y algo melancólicos miembros de sus sociedades en una eterna búsqueda por alguna misión por la cual morir, sentirse realizados.
Cuando un avatar menor encuentra alguna misión por la que morir, todos los demás avatares menores repartidos por la misma época y dimensión mueren, volviendo al árbol para renacer como un nuevo fruto, un avatar máximo, que vendría a verse representado con la imagen de algún habitante muy poderoso, preparado para participar en la misión hallada. Mientras más fuerte, menos vive (De dos años a seis meses). Los avatares máximos son controlados por el alma absorbida con mayor resonancia con la misión a llevar y, de lograrla, queda liberada del árbol, pudiendo continuar con el destino natural y normal de cualquier alma abandonando la vida.
Debido a sus raíces, el árbol junto con su voluntad original, pueden aparecer ocasionalmente en sueños y en visiones de personas pasando por momentos muy desoladores en sus vidas, sirviendo como un apoyo por los malos momentos... O como un imán para las almas de los más débiles.
Llegará algún momento dentro del infinito tiempo de los planos interdimensionales, en que el árbol habrá recuperado suficiente poder como para renacer como su propio avatar máximo y completar su propio destino antes de fundirse con la existencia total misma... Si algo diferente no nulifica su existencia misma antes.
... Cosa de preguntarme.
Raza: Ninguna
Edad: Un poco más de veinte años vividos en este plano.
Sexo: Masculino.
Orientación sexual: Asexual.
Descripción
Un muchacho, pocos años después de la mayoría de edad, de un metro setenta y algo, una piel blanca como la nieve, un cuerpo frágil como el cristal y tanta fuerza como un perro pequeño o un gato. Su cabello es transparente, así que tiende a echarse mucho talco en la cabeza para hacerlo parecer blanco.
Es normal verle incapaz de defenderse o lograr utilizar su físico para ejercer poder alguno. Consciente de ello, tiende a “dejarse hacer” toda clase de acciones o injurias que de otros provengan, las cuales, de todos modos, apenas siente.
Le resulta muy difícil sentir sabores, olores, dolor o placer, aunque es muy buen actor. También diría que le es difícil ver o escuchar si no fuera porque poniendo tanto de su parte para poseer estos sentidos, logra ver o escuchar como cualquier otra persona.
Es una persona muy “pasiva” ante todo, dejándose hacer cualquier cosa y nunca defendiéndose a menos que algún motivo lo convenza de hacerlo en el momento, desatando entonces toda su naturaleza insidiosa y molesta, la cual generalmente guarda para cuando se cansa de su naturalez blandas, ambas actos de la forma de ser real suya, la del personaje que añora el alma de su hermana.
Historia
Un muchacho de unos veintisiempre que aún no alcanza los veinticinco, de cuerpo frágil y débil, cabello transparente y delgado, con una historia complicada a su manera propia:
Todo comenzaría años atrás, cuando los Skyfüll, una pequeña familia de la región, conformada por dos padres, dos hijas y un pequeño, Orión Skyfüll, cayó echa pedazos tras una pelea familiar por algún tema ya olvidado. Padre y madre se separaron, tomaron a los hijos que tenían más cerca y marchó cada uno de vuelta al país de su ascendencia. La madre a algún país de las Américas, el padre a Inglaterra, la tierra más lejana que para el pequeño Orión pudo haber existido.
Pero como es con historias como estas, los personajes nunca comienzan y acaban con facilidad. Orión, el pequeño de las estrellas, aún no conocedor del orgullo o el escorpión, siguió a su padre por latinoamérica, por Perú, Colombia, Argentina, Chile y Brasil;
“Aunque a aleteos metálicos cerca nos quede,
Para verdaderamente llegar,
El camino más largo habemos de tomar”.
Para verdaderamente llegar,
El camino más largo habemos de tomar”.
Le explicaba siempre su padre o así lo recordaba el surreal muchacho, que con pensamientos tristes, perdidos en los recuerdos de su mente hundida entre páginas de cuento y misterio, no podía ya entender el mundo como un mortal más, pues si no era el bello recuerdo de la luna hermana suya, habría de ser la imaginación infante e inocente, lo que daría fuerzas para caminar.
“Even with Sun always there, just there
What I desire, what this little heart of mine desire
Is to be with her again, my little good memories”.
What I desire, what this little heart of mine desire
Is to be with her again, my little good memories”.
Pensaría el a veces, antes de dormir, entre aquellos delirios de poeta inglés al pasar años y noches bajo techos diferentes. Preguntándose si de verdad era aquel el camino de vuelta a su hogar, preguntándose cuando podría dejar de imaginar imposibles para que sus pequeñas manitos pudieran palpar a sus abuelos, a su familia, his kin.
Pero para quien el sinsentido solo cobra sentido con más sinsentido, la locura no existe, poco a poco la pena se sume en un llanto infinito de lágrimas que se solidifican baja las solitarias noches frías, sirviendo como coraza a los recuerdos a olvidar, para luego cubrirlos de irrealidad y mutar al alma, hacer sonreír a la pena y perderse en la imposibilidad.
Años habían pasado y aún no llegaban, ¿o era que acaso habían llegado ya?
“Padre,
¿Es nuestro hogar el camino y nuestro andar un poema con destino incierto, cansado, onírico?”
¿Es nuestro hogar el camino y nuestro andar un poema con destino incierto, cansado, onírico?”
Pero desgracia la suya el tenerlo a él como progenitor, una persona imposible que aún sin locura, seguía un camino extraño, lejano a lo real, ¿porque qué clase de padre toma a un pequeño a caminar por años sin jamás descansar, prometiéndole un destino exacto año a año de preguntas para jamás dejárselo observar? ¿De verdad viajaban entre ciudades, allá queriendo llegar? Orión, el muchacho, perdido en sus pensamientos y mundos imaginarios era una pena total y real, un muchacho casi hombre, hundido en una tierra de ensueño donde ya no recordaba su nombre ni su ser, donde vivía eternamente feliz con amigos y personas que no existían, de esa manera seguir a su padre por ese camino infinito no era problema, solo debía dejar a sus piernas moverse, que caminaran y que su cuerpo de por sí, por sí solo, todo trabajara.
… Pero estás historias, que acaban cuando comienzan, dan nacimiento a sus personajes noches de verano, en Brasil, mientras sujetan un recuerdo de alguna playa, un barco muy antiguo en una botella polvorienta, uno que encierra a un demonio arcaico, capitán del mismo barco, pasearse por su nave ya totalmente resignado, arrepentido y cansado, uno que solo el protagonista, el pobre y onírico muchacho perdido entre recuerdos errados, logra observar y escuchar con sus ojos, con esos ojos de quien ya no habita este mundo, sino que cualquier otro.
El capitán, como delirando, estallaría en carcajadas al descubrirlo como lo descubren, pensaría haber encontrado la locura y sonreiría ante el curioso protagonista, que auto-convencido de ideas totalmente propias, se dedicaría la tarea de liberarlo, de devolver al mundo tan antigua y olvidada entidad. Pensaría que sus actos eran parte de alguna profecía y que al final, finalmente encontraría un final para sí. Algún delirio lo haría hacerlo, algún delirio convencería al cansado espíritu, con palabras bonitas descubriría como el demonio ya no tenía nombre y con una esperanza desmedida, entendería que entregarle la libertad al mismo lo liberaría de todo, que finalmente finalizaría al fin su viaje, su vida...
Pero como siempre este autor ha entendido, los casos de demonios malditos son tan pocos y escazos en la existencia, que todos y cada uno de ellos tienden a romper la realidad y contradecir a las leyes más firmes y primeras de lo que es y lo que no, retorciéndolo todo; ¿qué saldría de la reacción entre un demonio sin nombre ni libertad, uno con el que hay que soñar para verlo y entenderlo y un muchacho con un pie en el mundo de los muertos al estar su corazón olvidado por su alma y su mente llena de mentiras a fuego por sí mismo forjadas?
… Este autor comprende lo complicado de las palabras que escribe: el demonio Orión, confunfido, arrepentido e inseguro de lo que acababa de pasar, pero sin cuestionar las palmadas en la espalda que, aquel concepto de persona, sin nombre, sin alma, una nada, un vacío, lo impulsaban a rehacer su inmortalidad, así que pasó a perderse por la realidad de lo que sí existía. Por otro lado, el otrora Orión humano perdido en la locura, habiéndolo perdido todo, habiendo quemado su alma, destruido su fuerza, arrojado su color al suelo y dejado de ser, pasó a ser un mero concepto consciente, un error en la existencia que no existía ni para la misma existencia, desapareciendo totalmente para nunca volver a existir, pues no existe.
Habiendo limpiado de mentiras y lágrimas su corazón, pero aún pudiendo ser recordado, muy en el interior, por su hermana perdida por el plano de los seres, el Skyfüll sin nombre, el que ya no era, el que no puede ser ni tampoco podrá no serlo jamás, halló un propósito para volver a tratar de ser pese a ya no poder para el mundo. A pura voluntad se entregó lo que pudo de cuerpo y a pura intención peleó contra las corrientes de todo lo que sí era, de lo que es, para que el tiempo no lo desintegrara en segundos, para que las brisas no le arrancaran los brazos, para que los pensamientos no se transformaran en profundas heridas y, finalmente, poder alcanzarla y volverla a ver, para algún día, al verla a ella acabar y morir, tomar su pequeña alma entre ambas manos y quedársela, para así siempre poder volver a existir.[/b]
Otros datos
Posee capacidades extrañas e imposibles, pues su propia existencia podría describirse como o compararse a la de aquellos personajes “oficialmente” muertos para el sistema, con la diferencia de él estar “eliminado” de la existencia, de tal manera que para la existencia, Skyfüll no pueda “ser”, no pueda existir, existiendo solo entonces por voluntad propia, pero más como un ser “aplanar” (de ningún plano, ningún mundo o dimensión) y atemporal (sin tiempo), teniendo que viajar personalmente por la existencia y tiempo para estar donde desea estar.
Habrá quien lo vea como una existencia inmortal, pero aúnque no pueda morir, en estricto rigor tampoco existe para la existencia, de ahí su fuerza casi inexistente o su inmensa fragilidad, pues el mover objetos, cargar personas, moverse o ser movido por cualquier plano/tiempo le hace daño, debiéndose entonces de su imposible voluntad para materializarse y hacer lo que sea que desee.
Dice ser “talcomante”, un mago del talco, cuando realmente todas estas acciones mágicas son una materialización de su voluntad, deseos y humor.
Eso de momento.
---------------------------------------
Felled by Life, Death and Time (requiere cierta... Edición embellecedora)
Es el alma de un antiguo humano ya olvidado que tras vagar por un eterno limbo olvidó su antigua vida y su humanidad, pronto el tiempo y su mundo lo olvidaron de vuelta, abandonándolo entre dimensiones, en un territorio atemporal. Desde entonces su esencia se tornó como la de un árbol que empezó a expandir sus raíces por las diferentes líneas temporales del haber, consumiendo y llamando a las almas de otros con destinos similares al suyo.
Eventualmente y con suficiente fuerza dentro suya, empezó a dar frutos; avatares menores de su ser que eran enviados a diferentes dimensiones y tiempos a vivir sus cortas vidas como tristes y algo melancólicos miembros de sus sociedades en una eterna búsqueda por alguna misión por la cual morir, sentirse realizados.
Cuando un avatar menor encuentra alguna misión por la que morir, todos los demás avatares menores repartidos por la misma época y dimensión mueren, volviendo al árbol para renacer como un nuevo fruto, un avatar máximo, que vendría a verse representado con la imagen de algún habitante muy poderoso, preparado para participar en la misión hallada. Mientras más fuerte, menos vive (De dos años a seis meses). Los avatares máximos son controlados por el alma absorbida con mayor resonancia con la misión a llevar y, de lograrla, queda liberada del árbol, pudiendo continuar con el destino natural y normal de cualquier alma abandonando la vida.
Debido a sus raíces, el árbol junto con su voluntad original, pueden aparecer ocasionalmente en sueños y en visiones de personas pasando por momentos muy desoladores en sus vidas, sirviendo como un apoyo por los malos momentos... O como un imán para las almas de los más débiles.
Llegará algún momento dentro del infinito tiempo de los planos interdimensionales, en que el árbol habrá recuperado suficiente poder como para renacer como su propio avatar máximo y completar su propio destino antes de fundirse con la existencia total misma... Si algo diferente no nulifica su existencia misma antes.
... Cosa de preguntarme.