- La vergüenza le había echo optar por unas prendas a su lado, tan solo las tomó para colocarlas a un costado y así poder sujetar mejor las manos ajenas. No se atrevió a acercarse desnuda a él y por eso ahora que se había vestido de nuevo, tuvo la osadía de rozar piel contra piel, su rostro contra su mano. - Es verdad, no solo yo te extrañé, Egipto sufrió mucho tu ausencia, te has convertido en un gran pilar para este Imperio. - Aprovechó que sostenía la mano ajena para separarse un poco y entregarle un par de besos sobre la misma. - Creímos que no volverías, soy incapaz de describir las emociones que yacen contenidas en mi corazón, ante tu retorno.
Había olvidado casi por completo que sus manos, las cuales yacen ocupadas por las telas que aún le ofrecía, estan casi extendidas en su dirección. Sin embargo, no iba a ser por mucho, pues el haber sujetado una de sus manos tan solo dejó que la otra caiga al costado. —¿Mi tierra? —preguntó él, sorprendido quizá, queriendo inmiscuirse en el tópico que bien parece captar el interés del samurai —. Será mas que un honor compartir mi cultura contigo, Nito-san. Pero acabo de llegar, así que —sujetó su mano de la cual sostiene, frotando el dorso contra su piel, asumiendo que se trata de su rostro — ¿Te parece si primero me encargo de mis deberes aquí? Sé que mi ausencia se resintió un poco y debo remediarlo.
-El sonido de la ropa caer sería lo único que acompaña la envolvente conversación de Shunsui, el silencio de Nitocris obedece a lo cautiva que caía cuando lo escucha hablar. El sentimiento tan marcado en la descripción sobre la tierra de oriente hace que ella descubra un anhelo que para ella no había existido antes. - Me siento responsable de tenerte aquí, tan lejos de tu tierra...- primero acotó su responsabilidad, aún así una parte de ella amaba tenerlo en Egipto a pesar de todo. - Shunsui, yo no conozco tu tierra, solo anécdotas de viajeros y comerciantes, pero pensando en tus palabras he descubierto algo, me gustaría ir. - Había terminado de vestirse, se acercó a él y sujetó la mano ajena con suavidad y la condujo a su rostro para poder frotar su mejilla contra la palma masculina- Quisiera conocer tu tierra y que tú seas la persona que me guíe y me muestre tu hogar y cultura ¿Te gustaría?
—Hace tiempo no me daba un paseo por mis tierras, el deseo de volver a pisar la fresca hierba, los riachuelos, todo estaba acumulado en un sentimiento de anhelo —cerro sus ojos un instante, como si buscara re-dibujar las últimas escenas vistas de su tierra natal —, pero también se hizo una odisea al extrañar Egipto, a ti —abre sus ojos una vez mss, siendo la oscuridad perpetua con lo único que se encuentra, pero la presencia de la regente y su voz parecen ser lo suficiente, y lo único que el espadachín necesita.
Lo sé...- Sabía que Shunsui estaba privado de la vista y que además era un caballero que no la vería desnudarse aunque pudiera, no si ella no lo consentía. Nitocris a pesar de saber todo eso, temblaba como si él pudiera verla, su rostro sonrojado hacía evidente su nerviosismo. Comenzó a retirar su bañador para cambiarse por una ropa más apropiada, no solo para recibir a su consejal, también para salir a los pasillos del palacio.-
Shunsui, me hace muy feliz tu regreso a Egipto, pensé que no volvería a verte.
—Aún así no puedo verte. —espetó con tranquilidad, mientras en sus manos sostiene las prendas refinadas de la faraón. Sonríe, poco a poco va forjando esa sonrisa tan habitual en el samurai, pues no puede dejar de evidenciar cuánto fue su anhelo por volver al lado de Nitocris. —...
