El tacto de su mano con la manaza propia, la calidez de su piel tan tersa y suave como la arena del mismo desierto. Una sensación que, pese al tiempo pasado al lado de Nitocris, no dejaba de sorprenderlo. Pleno y con una sonrisa nueva entre labios, ejerce un poco de fuerza para terminar de tomarla de la mano y jalarle en dirección a su cuerpo, el cual termina por rodear con el otro brazo. — Es mutuo, Nito-san, es mutuo.
Entonces seremos dos los sorprendidos, mi querido Shunsui, pero atesorare ese momento - esbozó una sonrisa tranquila y por demás alegre, aprovechó para sujetar con suavidad la mano contraria. - He de confesar que tu presencia me hace muy feliz.
La curva de sus labios forma una sonrisa afable poco a poco, siendo sus palabras aquello que gatille la emoción por verla una vez más, si es posible. —Entonces quiero que me tome por sorpresa. Lo haré sin que te lo esperes, Nito-san.
- Aguardó en silencio la respuesta del nipón, ella sabía el secreto que poseía y era la posibilidad de verla por un breve instante. - Siendo honesta, mi deseo es que puedas verme, pero dejaré que tú lo decidas, solo quiero enfatizar que tu faraona te permite verla...~[?]
—No lo sé, no me he permitido verte todavía. —Por un lado dudaba si usar al Oni únicamente para ese propósito. Algo chocaba dentro de su mente, el deber con el placer. [??]
