Tengo tu juramento, la falta a este, tiene una pena muy alta en nuestro reino. - Responde a sus gestos y palabras con una sonrisa - Me despido, querido samurái, deseo que nuestro camino solo se cruce para felicitarte, por tu dedicado esfuerzo.
—El día que lo pierda o lo rompa, ese día vendré a cumplir mi sentencia. Bueno, si es que me toca hacerlo. Mientras tanto, yo sugiero que no espere por mí ya que nunca va a ocurrir. —Sus labios muestran una sonrisa confiada, manteniendo los labios sellados a medida que se lleva ambas manos y las apega contra su propio pecho. —Así mismo lo atesoro, no se preocupe, oficial.
Suena mejor, sí, significa que ambos han intercambiado de forma justa sus corazones. - Sonreía con gracia, disfruta oírlo hablar de esa manera, pero disimula para mantener su identidad como oficial, en secreto- pensé que habías llegado por casualidad, entonces desde ahora tienes bajo tu cuidado el corazón de la nación.
—Estoy seguro, pues yo he entregado el mío, porque sabía que en calquier momento iba a caer en cuenta que, en efecto, la susodicha se ha robado el mío. ¿No es mejor llamarlo un intercambio? —Escucha la supuesta lista de defectos, que más que eso lo termina tomando como pequeños detalles, de los cuales ya estaba más que enterado. —Lo acepto todo, sí. ¿Cómo cree que llegué hasta aquí?
¿Estás seguro? Te estamos entregando el corazón de una reina, posiblemente sea una mujer caprichosa, vengativa, egoísta...- le lee una lista de defectos para ver su disposición-
