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NinaBeaudreau · 26-30, F
eterna. No había puesto atención al anuncio de la orquesta, sino hasta que el rítmico swing comenzó a llenar cada rincón de aquel lujoso salón de altos techos y detalles neoclásicos. Se giró como quien escucha su nombre a la distancia, y sus ojos se abrieron de par en par, recuperando un brillo que parecía opacado por los bolcheviques del lugar.
—Lyonya, ¿escuchas eso? ¡Jamás en la historia de Rusia pensé que escucharía algo así en un lugar como este! — exclamó con visible emoción, y se giró hacia el pelirrojo con ánimos renovados, ¡qué va, engrandecidos! Y su cuerpecito menudo comenzó a sacudirse al ritmo del contrabajo.
En contraste, los militares que les rodeaban parecían atónitos, y más rígidos que de costumbre, y pronto el centro del salón pareció vaciarse de quienes habían estado bailando anteriormente, como si se hubiesen ahuyentado con el prospecto de esa música tan ajena a los waltzes e himnos soviéticos a los que estaban acostumbrados.
—Lyonya, ¿escuchas eso? ¡Jamás en la historia de Rusia pensé que escucharía algo así en un lugar como este! — exclamó con visible emoción, y se giró hacia el pelirrojo con ánimos renovados, ¡qué va, engrandecidos! Y su cuerpecito menudo comenzó a sacudirse al ritmo del contrabajo.
En contraste, los militares que les rodeaban parecían atónitos, y más rígidos que de costumbre, y pronto el centro del salón pareció vaciarse de quienes habían estado bailando anteriormente, como si se hubiesen ahuyentado con el prospecto de esa música tan ajena a los waltzes e himnos soviéticos a los que estaban acostumbrados.
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