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Nilou1582427 · 22-25, F
(...) — Ya llegué, no tendrás que continuar tu solito aquí. — Finalmente, desvió su vista para examinar los alrededores. El místico ambiente subterráneo le regaló así una espectacular. Realmente podía haber vida en estas circunstancias. Observó maravillada cómo la fauna del lugar existía tranquilamente. No pudo evitar avanzar unos pasos, dispuesta a revisar el área, eso sí, asegurándose de no soltar la mano del viajero, no fueran a separarse nuevamente.
Nilou1582427 · 22-25, F
(...) Para haber durado tan poco en las tinieblas, el susto que pasó la bailarina fue bastante intenso, demostrando que, a pesar de ya haber vivido varias aventuras, no estaba del todo preparada para esta. Y, aun así, permanecía ahí, sin dar marcha atrás o demostrar intención de darse la vuelta. Ahora más tranquila, pudo reaccionar como naturalmente lo haría. Preocupada, observó a su acompañante, buscando algún tipo de herida por el descenso.
—¿¡Estás bien?? ¿¿Me tarde mucho?? —
Para Nilou, era un humano más, sin visión, aunque algo peculiar, estar en este tipo de ambientes podría resultar hasta mortal para alguien sin cómo defenderse apoyado de un elemento que le de ventaja. Y al menos, superficialmente, y acompañado de aquel farol, parecía estar todo bien. Nuevamente suspiró llena de alivio. Recobrando su confianza, una enorme sonrisa se dibujo en el rostro de la pelirroja. (...)
Nilou1582427 · 22-25, F
Ni siquiera en sus pesadillas se hubiera imaginado que, que bajo las bastas tierras de Sumeru, podía existir vida en la completa oscuridad. ¿Cómo era posible que la tierra albergara tantos secretos bajo las narices de todos? Entre aquella bastedad y realización, Nilou pudo percatarse de lo diminuta de su existencia en el mundo. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y a punto de soltarse en llanto, pudo vislumbrar al fin aquel destello de luz. Encandilada, le tomó unos momentos acostumbrarse y dar con el origen de aquello. El alivio que brindo a su alma el poder escuchar su nombre salir de los labios de su acompañante, era inimaginable.
Casi corriendo, se aproximó a él, sin miedo a demostrar la desesperación que sintió hacia unos momentos. Suspiró aliviada cuando logró sujetar la mano del contrario, en un intento por discernir si se trataba de él. (...)
[...] la voz, así que gritó (con cierta gentileza) el nombre de la muchacha que tanto se esforzó para acompañarlo— ¡Nilou, aquí estoy! —esperando no asustarla y con sus pasos en dirección hacia dónde la escuchó llegar, él trató de tranquilizarla, aliviarla de eso que tanto pareció padecer, la soledad.
[...] corazón de Teyvat. La pelirroja no tardó demasiado en descender, pero en su acto de preparación y valentía él avanzó lo suficiente como para alejarse del sitio de aterrizaje. Dada que ese túnel natural, análogo a una cavidad carnal dentro del cuerpo, ella lo encontró en absoluta penumbra, quedó en claro que él de alguna forma no necesitó de alumbrado alguno, tampoco de la piedad del fuego, no obstante, Nilou distó mucho de ser como él y escuchar su temerosa voz, aunque distante, lo invitó a cuidar las apariencias y emplear algo tan rudimentario y útil como un simple farol de bolsillo. Se tomó unos momentos para ponerlo en funcionamiento y colgarlo en su cintura; con esta claridad se desveló que, realmente, se adentraron en el interior de un árbol, la dispar presencia de fulgor atrajo algunos insectos e hizo reaccionar a cierto tipo de hongos que vistieron los colores de las noches estrelladas. Así evidenció su presencia, pero supo que era menester también anunciarse con [...]
Oscuridad, uno de los temores primigenios de la humanidad. Si algo aprendió en Sangonomiya fue sobre la importancia entre la arcaica dualidad entre la luz y las penumbras, como la ausencia de la última no es distinta a una forzada eternidad. En el hogar de los descendientes de los antiguos soberanos o en las ramificaciones más distales del pilar universal, la llanura abismal recupera su esencia con una facilidad aterradora, los hombres entonces rememoran el subyugo de la inmensidad sobre sus finitas presencias, aunque esto último Gaikos lo critica fuertemente.
Con esta negrura él se encontró, pero lejos de sentirse temeroso, en ese instante de soledad se vio apartado de toda la hostilidad que impuso el exterior, esa selva de infinitos seres inmóviles; en las tinieblas se amigó con sus pensamientos, rememoró sus objetivos y no se permitió verse afectado por la presencia de la bailarina, ahí comprendió la inminente cercanía con su objetivo, eran las invisibles puertas hacia el [...]
Nilou1582427 · 22-25, F
(...) Si tan solo hubiera ido al desierto no estaría metida en esta situación. Oh, pero de haber ido a otra dirección, su camino no se hubiera entrelazado con el de aquel enigmático joven. Que arrepentimiento sentiría.
Por fortuna, salió rápidamente de aquel trance y logró escuchar el esperado impacto. Abrió su planeador alentando al fin su caída, algo brusco, sí, pero no había demasiadas opciones en ese momento. Cuando finalmente logró sentir aquella superficie firme bajo sus pies, suspiró aliviada. Había sobrevivido a aquella aterradora experiencia, pero… seguía rodeada de aquella oscuridad. ¿a dónde ir? ¿qué hacer? A duras penas lograba ver más allá de su nariz, no lograba terminar de acostumbrarse a aquel lugar. ¿Realmente él seguía ahí?
—¿Viajero? — Preguntó en voz alta, dejando escapar un ligero tono temeroso. Dudaba si avanzar, o, mejor dicho, qué dirección tomar. Definitivamente, la oscuridad no era un lugar idóneo para la bailarina.
Nilou1582427 · 22-25, F
El verse sola en aquella total oscuridad, solo causo que un enorme temor creciera en la joven, quien hasta ahora se había envalentonado por su acompañante. Obviamente debía de seguirlo, pero no entendía cómo es que aquel extranjero, sin saber nada de aquel lugar, se lanzó sin más al vacío. Debía pensar rápido. Desenvaino su espada y tras algunos cuidadosos movimientos, haciendo uso de su visión, logró lanzar hacia lo que parecía un infinito vacío un chorro de agua. El golpe seguro le avisaría la profundidad, pero debía apresurarse, quién sabe en que problemas podría meterse aquel joven. Respiró profundamente y con más miedo que valor en su ser, se lanzó. Mordió sus labios, tratando de evitar gritar o emitir algún sonido de ser posible, en un intento por escuchar el agua impactando contra el suelo o alguna superficie. Pero que situación tan estresante. (...)
(...) Y entonces, ante la evidente necesidad de avanzar, soltó su mano aún a sabiendas de la absteniencia de su tacto. Sus pasos cautelosos vieron el abismo ramificado, la oscuridad lo llamó, ahí el motivo de su deseo por tomar esta ruta–. Solo hay que saltar... Te espero abajo, ¿si? –entonces, desconociendo el miedo, simplemente saltó en aquel mar tan peligroso de ramas, sin usar planeador o artilugio que compensara su carencia de dominio elemental. La caida era más de lo pensado, las penumbras casi absoluta, con excepción de la fluorescencia de algunos hongos e insectos. El olor del entorno advirtió sobre peligros venideros, sin embargo, el peor de los obstáculos recidió en la separación, la soledad imprevista que toma por prisionera el alma. ¿Lo podría hallar al final de la letal caida?
Esa pregunta le hizo reflexionar: ¿Qué esperaba realmente de esa aventura? Su objetivo era claro, pero nunca imaginó cómo sería el entorno que lo recibiría. Raices, lluvia, humedad; todo esto era predecible, pero la compañía de Nilou fue algo que se escapó de toda imaginación, eso de alguna manera le hizo feliz, sentirse vivo. No respondió, mas la fuerza de sus delgados dedos hizo real este pensamiento. Su risa era contagiosa, mas de sus labios no emergió sonido que irrumpiera el paso de ambos. Se detuvieron ambos, contemplaron ambos lo mismo y, por más extraño que fuese, los dos padecieron del llamado de este instinto. El destino se bifurcó; la falsa certidumbre de una entrada visible o el rodeo prometedor, las cosas complicadas indicaron siempre, basado en su experiencia, la decisión correcra, no tuvo que pensarlo demasiado—. Bajemos, Nilou — dijo mientras buscó sus preciosos ojos celestes, sonriente le sugirió (...)

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