El gélido viento parecía guiarla, hasta que finalmente pudo divisar a una distancia lejana la silueta que buscaba. La descripción coincidía. Su paso se apresuró y con una amable sonrisa se acercó hasta su adversa.

La débil luz del cigarrillo dejó entre ver las facciones de su adversa. Ah. Demasiado bella y joven para ese podrido mundo. Una lástima.

— Parece que el invierno nos acompañara toda la noche. — Inquirió con suavidad.

— Privet. Soy Rose y yo seré su pareja esta noche. Así que dígame. — Miró a su alrededor. — ¿Cuáles fueron las instrucciones que te dieron, mis camaradas? —

Interrogó con suavidad casi maternal. No había asertividad ni arrogancia en su voz.

¡Después de todo trataba con una jovencita!