« Back to Album · Next »
Warm.
 
Newest First | Oldest First
Nexialist · 26-30, M
-Por fin ha llegado el momento, estaba a punto de dar rienda suelta a su impaciente ira, por suerte podría sacar sus ganas de dar tajos de la forma más productiva posible. En ese momento se colocó junto a la mujer, su cuchilla la estaba lista desde hacía rato. El filo entra entre la carne descompuesta, los tendones y cartílagos también ceden. El punto medio entre dos articulaciones se desprende limpiamente como quien separa la pata de pollo del resto.

Repitió con una destreza temiblemente audaz, en esos momentos el rostro de John parecía más sereno. Miraba al cadáver como si fuese algo valioso, porque para el demonio nada vale más que la muerte.

Tras un par de minutos ya no era un cadáver, sino brazos, antebrazos, fémures y peroneos. Incluso la cabeza salió sin sangrar, ya que su sangre había pasado ya el proceso de putrefacción y se había secado.-

Ahora de verdad necesito un whisky. ¿Tienes listas las bolsas?

-Sus ojos se dirigen a ella, tan amargos como siempre.-
-Cualquier paso en este punto, los planes se le caen a pedazos conforme el tiempo pasa pues, el alba amenaza y con la luz del día desaparecer cadáveres se complica.

Ignora las bromas malas, se coloca los guantes de látex y un pañuelo para cubrir la nariz y boca, es quisquillosa sin importar cuantas escenas ha limpiado. El cepillo lo usa para arrastrar la porquería suelta y sangre excedente hacia la rejilla más cercana, como quien esconde el polvo por debajo de la alfombra.

No solicita ayuda, hay una herramienta y se ve lento hasta para una tarea sencilla. Cuando el exceso de suciedad voltea hacia su nuevo cómplice (por conveniencia.)-

Si quieres cortar algo, hazlo ahora. Hay que embolsar.
Nexialist · 26-30, M
¿Qué puede haber antes de cortar?

-El gesto de queja es claro, extiende levemente sus brazos hacia los costados y los deja caer, golpeándose el torso con clara pereza. Su rostro está de por más molesto, nunca hanía tenido que estar tanto tiempo quieto para limpiar un cadáver, mucho menos para cortarlo. El azabache se pone en cuclillas, sin llegar siquiera a mover sus pies del lugar, desde ahí se queda viendo a la mujer, ignorando el cadáver a medio carcomer por su anterior maldición. Incluso el zumbido le molesta los oídos, ni el de las moscas había sido tan molesto, sobre todo porque las moscas no hablan ni recitan gestos de forma tan molesta como los humanos.

Cuando la discusión acaba y la ve cortar, finalmente se digna a hablar.-

¿Vas a cepillarle los dientes con eso?

-Busca el móvil en su bolsillo, sólo para revisar la hora, siente que está atrasado con su huída cuando realmente no hay necesidad de huir teniendo a la mujer presente.-
Si, pero faltan algunos pasos. Quieto.

-Al principio se mueve de lado a lado en el callejón, ansiosa como una bestia en cautiverio pero en cierto punto solo se quedó de pie con la vista cansada pero fija en las polillas que pululan cerca de la lámpara intermitente, hipnótico va y viene, hasta que el móvil la interrumpe con el fastidioso zumbido desde el bolsillo interno del saco.

Pasada una acalorada discusión por parte del interlocutor que responde a base de insípidas onomatopeyas, guía sus pasos hasta el final del callejón donde los fantasmas de unas luces hacen fugaz recorrido; tardó menos de lo esperado, Ah, Carroll era un idiota raro pero eficiente.

Con el tiempo encima apura de vuelta con un cepillo largo por un lado, el mango balanceando cual lanza improvisada y una maleta de lona negra al hombro.-

Veamos que has dejado.
Nexialist · 26-30, M
-Efectivamente, el demonio no puede hacer ansolutamente nada según las indicaciones de la mujer, es decir, ni siquiera es capaz de moverse sin entorpecer el trabajo ajeno. Aunque le encantaría molestarla, sabe que eso sólo haría el favor difícil de pagar. Hay un límite para los caprichos de los que se apodera la malicia. Debido a ello John camina hacia el cadáver nuevamente, lo mínimo que puede hacer es mirar cómo esa acelerada putrefacción se detiene, dejando un rostro deforme, con una piel llena de manchas que ya presentan hinchazón, como si hubiera muerto días atrás. Lástima que eso no se reproduce en el resto de la sangre desparramada.-

¿No será más fácil embolsarlo en partes?

-Busca en su bolsillo algo tan simple pero, con la fuerza bruta de John, útil. Una navaja que tiene filo de ambos lados, perfecta para esvincerar, apuñalar, cortar y separar extremidades. O en su experiencia lo es. Ahora, lo raro es que esté limpia.-

O siquiera fumar.
Que mala actitud. Alégrate un poco, de todas las personas con las que pudiste toparte en este asqueroso rincón, soy la mejorcita.

-La que sabe mover cuerpos pues, y menos mal se han topado a tiempo o llevaría dos o tres cadáveres y eso implica una de las cosas que más odia: Subcontratar.

Va elaborando una lista rápida, el hedor no será problema, es un maldigo tiradero, la basura y podredumbre "natural" se harán cargo, las ratas también harán lo suyo, solo... Hay que lavar un poco aquí, embolsar y despachar. Voltea a verle de pronto, estoica y paliducha.-

Haré unas llamadas. ¿Qué harás? Dejar de salpicar todo el perímetro, por ejemplo. Quédate ahí, junto a tu amigo, si puedes comerle la cara mejor, menos que embolsar.

-Y en efecto, contacta un coleguilla, sin saludos de por medio ya le había encargado una manguera y cepillo, bolsas extra y una hamburguesa, tenia hambre, pasaban de más 4.-
Nexialist · 26-30, M
-De cierta forma su actitud, su mal trato con las personas y su carencia de capacidad para ser siquiera educado generan estas situaciones: encuentros favorables que se volverán fatídicos a largo plazo. O eso cree él, y sin embargo se siente victorioso aún aceptando estar endeudado.-

Estoy seguro de que ya he dado cosas peores de lo que me podrías pedir.

-Al hablar el humo se le escapa por la boca, termina exhalando el resto como si ni siquiera le quemara. La realidad es que si lo hace, pero es de las pocas cosas que acompañan la adicción al tabaco del demonio. Aunque las palabras "aleatorias" que escucha venir de ella le arruinan la experiencia. Finalmente la curiosidad lo mata y se acerca aunque fuese un poco a ella para hablar.-

¿Qué necesitas que haga?
Eso sería estúpido. Y lo sabes.

-Ya estaría muerta si esa opción fuese tangible. La necesitaba aunque fuera por una odiosa coincidencia.

Como la profesional que es pero rara vez aparenta se calza de nuevo los molestos guantes de látex, todo parece indicar que la jornada no ha terminado, después empieza a dar pequeños paseos entre el cadáver y el desagradable autor, soltando onomatopeyas molestas, casi inaudibles pero molestas mientras hace recuento de daños, baraja posibilidades y mide cuanta lavandina y flores secas requiere aquello.-

Me deberías un favor, lo que es peor que deberme dinero ¿te arriesgas?
Nexialist · 26-30, M
¿Palabras mágicas?

-Toma la servilleta, el ambiente se corta con facilidad para él, que se distrae en limpiarse al menos las manos y la cara antes de dejarla caer al suelo. Entonces sus ojos la buscan nuevamente, ahora menos agresivo, pero con más malicia. Si, no hay nada más cerca de la muerte que la tranquilidad, y tal vez volver a tener sus nervios en control sea lo más ventajoso para él.-

Hazlo si no quieres terminar como él. Y tal vez te lleves una tajada.

-Mete la mano dentro de su chaqueta, buscando algo sin suficiente esfuerzo, sólo para sacar fuera una etiqueta de Marlboro casi vacía. Sólo dos, de los cuales toma uno y lo enciende con el mismo encendedor de la cajetilla. El sabor del tabco mezclado con la sangre lo hacen recordar perfectamente al hombre arrastrándose en su propia sangre, piensa que ella se vería igual de bien en esa situación.-

¿Todavía necesitas más que eso?
No dijiste las palabra mágicas.

-Las que iban con un pago, un soborno como mínimo, no limpiaba desastres ajenos por el placer, las ciudades son capitalistas y ella arrastra esos vicios, entre otros. Conforme se acerca el particular hedor a sangre le sube por la nariz, lo que la lleva a arrugarla con visible desagrado.

No le gusta que esté cerca, no le gusta el sonido que hacen sus botas al caminar, no le gusta su mirada muerta, ansiosa flexiona los dedos pero se mantiene, no es estúpida: Si le ataca ¿podría ganar? ¿tiene la mas remota posibilidad? ¿sirve de algo? la rabia es contagiosa, letal entre los perros y los hombres.-

No podré pasar por aquí en unos meses.

-De entre los bolsillos se saca un puñado de servilletas, limpias aunque arrugadas, algunas todavía se leen los logos de una cadena de comida rápida, las servilletas son gratis y nadie miraba cuando asaltó el dispensador. Le ofrece el papel con una mirada cansada.-

Límpiate.

Add a comment...
 
Send Comment