—Bien... Acepto los términos y condiciones.— Se sienta en la arena recargando el cuerpo en sus codos para así quedarse viendo a la rubia con una sonrisa. —Adelante muéstrame tu arte.
—No, eso no es verdad. Entonces no sería un espectáculo privado, sino uno público y lo que quiero pagar es la exclusividad de dicho concierto. Pero si no quieres cobrar, en ese caso, quiero diez conciertos.
¿Pagar? ¡No seas tonto! Soy una mujer que lo tiene todo, no necesito nada más... Además, ¿Por qué condicionaría a una retribución el mostrar mi arte a un público tan entusiasta? ¡La voz de la Emperatriz se alzará para todo aquél que desee escucharla!
—Emperatriz... ¿Tu? Ehm, si. Eso quiero. ¿Cuánto tengo que pagar para que me des un concierto?— Se encogió en hombros al principio, pero notaría el entusiasmo de la mujer, lo que lo haría sonreír.
—No sé de tu arte, es más, no sé de arte, puedes mostrarme la pintura más hermosa y para mi serán dibujos sin sentido. ¿Cantas o tocas un instrumento? Bien, vamos bien, eso es divertido. ¿Puedes mostrarme?
