— En primer lugar, soltarme. — Movió el rostro a un lado, hasta que la mano de Hög la liberó. — Y segundo: dejar de entrometerte en las decisiones que tomo por mi reino. Puedo hacer esto sola. — Podía ser una reina reciente, inexperta en ciertos ámbitos, pero el carácter impetuoso de Kassia fue fruto de la estricta educación de parte de su padre. Alzó apenas el mentón; si Hög la pensaba como una mujer débil, lo haría cambiar de opinión en ese instante. — Sé bien los errores con los que debo cargar y cómo pagar por ellos. Te prohibo poner en duda mis acciones en un futuro. Fui educada para esto. —

— En realidad sí. — Confesó, nada en ella fuera de eso podía molestarlo por completo. Kassia era una gran mujer; fuerte, capaz, poderosa. Ver el modo en el que se menospreciaba era vergonzoso para todo lo que ella significaba. — Estás manteniendo a flore a un reino entero... Y aún así encuentras modos de auto flagelarte... ¿Qué haré contigo?

Frunce el ceño unos segundos, en lo que trata de comprender la intención. La contrariedad de la primer oración con la última era destacable. — ¿Ese es el motivo de tu descontento, Hög? —

— Me parece que es mejor decirlo de cerca que anunciarlo al mundo, podrían creer que quiero atentar contra ti. —Afianzó su agarre en la cintura femenina y paseó sus dedos por la delicada mandíbula de Kassia. Toda ella era una obra de arte. — Debes cuidarte más y darte crédito por tus hazañas, ¿entendido?