NazliTeriat

Estaré presente con toda mi familia majestad.

-Hay decisiones que no se piensas, no se toman tras analizarlas. Solo sabes que las quieres y ya -

En pleno vuelo, podían observarse las nevadas montañas de su mundo. Picos de rocas y bosques blanquecinos por la nieve del invierno y a lo lejos, cálidas playas y prados verdes, un mundo con diferentes paisajes que podían apreciarse con tal amplitud desde el lomo de una bestia como el águila que les llevaba al punto que había decidido sería el especial para ambos.

-Estar contigo, es lo mas hermoso y valioso para mi, mi bella reina-

Esta vez, no hubo necesidad de viajar en un torrente de luz o caminar. Axl extendió la mano derecha al cielo, llamando a una de las grandes aves que surcan los cielos de aquellas lejanas tierras y que sirven a los de su raza.

El fuerte aleteo de una gigantesca águila se alcanzó a escuchar no muy lejos de dónde ambos monarcas estaban. Axl abrazaba con fuerza a su mujer para evitar que perdiera que equilibro y cuando el ave descendió, le ayudó a subir al lomo emplumado de la bestia.

-Tiempo si verte, viejo amigo- Le dijo al águila, mientras le daba un par de palmadas sobre el pico. El águila graznó y Axl subió al lomo detrás de su esposa para abrazarla.

El ave alzó el vuelo y les llevó volando hacia la montaña, dónde la sorpresa que le había preparado a su esposa por su cumpleaños se encontraba.

Los paisajes en los alrededores eran variados. Vastos pastizales, bosques verdes con altos robles y pinos. Los ríos que erosionaban la roca, marcaban el camino hacia el horizonte, dónde desembocaban en el inmenso océano.

-Te prometí una vez, que te traería de vuelta a mi hogar -

Axl sonreía al ver el nerviosismo de su esposa. La veía tan fuerte y digna, pero ahora tan frágil y pequeña que se le antojaba abrazarla con fuerza para no apartarse de ella nunca.

Extendió el brazo diestro y señaló al frente, justo hacia otra lejana montaña, boscosa y alta, dónde un pequeño resplandor les llamaba.

-Esta noche, te llevaré a conocer la Montaña Del eterno Resplandor, ahí tengo tu regalo-

Rodeó la cintura de su esposa con cuidado y la estrechó contra su pecho. Inclinando ligeramente la cabeza hacia ella, susurró a su oído los planes que tenía para esa noche.

-A un lugar especial, uno que descubrí hace mucho tiempo y que siempre quise mostrarte en una fecha especial, una como esta.-

Diminutas partículas de luz, ascendieron desde el suelo hasta el techo de la habitación real, envolviéndolos a ambos para desintegrarlos en medio de repentino resplandor. Pocos instantes después, estaban ambos en la cima de una montaña. La más alta del reino de los Vanyar, antiguo hogar de Axl..

El rostro del monarca de mostraba sereno y aunque el comentario de su esposa necesitaba una aclaración, no ls dio.

Tendió la mano hacia ella, ofreciéndola para ayudar a que se colocara de pie.

-Recién desperté, no quería interrumpir tu sueño. Perdona, pero no me pude resistir y quería escuchar tu voz.-

Aún era de noche y el cielo plagado de estrellas se antojaba para una sorpresa especial.

-Necesito que me acompañes. Hay algo que que quiero mostrarte.-

Inexplicablemente ya estaba de pie. Vestía un elegante traje blanco con hombreras doradas que enunciaban su rango como rey. Las manos estaban cubiertas por unos guantes de fino algodón y en la mano izquierda, sostenía una rosa que entregaría a su mujer cuando aceptara su invitación.

Fueron las palabras que se escucharon susurrar en la cabeza de Nazli.

Años transcurrieron desde que Axl, frente a un viejo Sauce, había jurado amor eterno a la mujer que dormía plácidamente en su alcoba, justo en la segunda noche del último mes del año cuando se casaron. Una noche especial, pero ¿Quién sabe por qué? Axl abrió los ojos para despertar justo junto a la dama con la que había compartido cientos de años tras haber fallecido no hace menos de una década.

Axl sonrió. Debía agradecer a la gracia del universo por darle, si es el caso, una sola noche para verla. Acercó los dedos a la mejilla de su esposa, esperando palpar que no era un sueño sino una total realidad y dejó una suave caricia esperando no despertarla.

- Sin voltear a ver a su madre, asintió con la cabeza y solo coloco ambas manos en su vientre y empezo a caminar junto con los guardias. Los guardias la observaban atónitos pero sin mencionar nada, para todos eran incomodo ya que Nahiara siempre los saludaba con gran entusiasmo y los animaba en todo momento. Tras unos minutos más se llego a la habitación de la albina, esta se despido de los guardias con una sonrisa al entrar al lugar y luego de ello soltó un gran suspiro, llendose a sentar en su sofá y observando un retrato de la familia aguardando su destino. -

*Zakhiel al recibir la carta daba un suspiro, escribiendo la respuesta y mandandola a la reina, donde afirmaba su presencia en el palacio de justicia a la hora indicada*

- Mantiene su mirar hacia el suelo, como los súbditos deben hacerlo ante la presencia de los soberanos, acatando cada palabra que la reina daba. -

Esperare ante el llamado de sus majestades.

- Menciono la joven albina con un tono de voz firme, pese al temor del que sucederia. Se coloco de pie y observo fijamente a la reina, guardaría en sus recuerdos ese aspecto que mostraba su madre, hizo una leve reverencia y de dirigio ante los guardias, estiró ambas manos ante ellos para ser esposada y dirigirse a sus aposentos. -