No se inmutó, como ella había dicho no cualquiera podría llegar a su encuentro, pero le gustaba tenerlos cerca, así podría verlos a los ojos cuando tuviera que acabar por ellos. Fue la voz de la niña la que cambio su extensión ¿ Que hacía una infante en el castillo? Volvió rápidamente su vista a la menor, descuidando a su atacante solo un par de segundos, los suficientes para que esté dañará su nivea piel con la espada, pero nada de gravedad.

Se puso de pie tan rápido como pudo y extendiendo su mano hacia él, lo congelo en su posición, dejandolo inmóvil antes de acercarse a la infante -

¡Guardias!

Habló con autoridad, y estos entraron en la habitación, mirando al atacante y a la menor -

Desahogarse de él

-Se acercó a al menor y extendió su manos hacia ella-

Hola...¿Cómo entraste al palacio, pequeña?

-Su mirada y voz tenían un tono cálido, pese a que su ropa estaba manchada de su propia sangre-