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AxT1557666 · M
Qué dicha embargó al monarca al escuchar a su esposa con tal determinación. Algo que siempre había admirado en ella y que hoy día, se regocijaba de poder apreciar de nuevo. Acarició la mejilla con los nudillos enrollados de las plateadas hebras de su cabellera.
—Lo haremos juntos, Nazli. Te lo juro.
Delicado, colocó los dedos debajo del mentón ajeno y dispuso esa hermosa boca al alcance de la propia para besarla.
—Lo haremos juntos, Nazli. Te lo juro.
Delicado, colocó los dedos debajo del mentón ajeno y dispuso esa hermosa boca al alcance de la propia para besarla.
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