Se tomó un tiempo darles alcance, y para cuando llegó pudo notar aquella lanza golpear hasta empujar a la criatura contra el muro. Había que contenerla de algún modo, por lo que rápidamente pensó en algo totalmente revolucionario. Extrajo el violín de su estuche y se coloco en posición.

— Espero funcione...

Dijo para así dar inicio de manera inmediata a rasgar las cuerdas con velocidad y precisión con el arco, la pieza era el famoso Tercer movimiento del Verano, de Antonio Vivaldi. Una interpretación tan apresurada que, junto a esta, un aroma a hojas quemadas comenzó a percibirse, efecto de su aura al activarse en un tono dorado que paso a rojizo paulatinamente. Su mirada se enfocó a la criatura para así crear un efecto paralizados que la música creaba, producto del aumento de las vibraciones que creaba, junto a una corriente de aire caliente.