La busqueda del oro de Hitler gracias a unos viejos diarios de uno de los contadores del mismo, lo llevaron a una zona aun sin explorar, pero no estaba solo esta vez, tenia como compañía a una joven con potencial, a la cual adopto, y que le enseñaría sobre el negocio de la búsqueda de tesoro, la base presentaba antiguos vehículos militares oxidados y muros agrietados por el clima, sin mencionar las enormes misiles anti aereos, se dirigieron a la única puerta que había para entrar y de una sola patada esta cayo.
El polvo se levanto con la caída de la puerta seguido de un eco que se expandió por los largo y deteriorados pasillos llenos de equipo militar y balística vieja, el chillido de las ratas y las goteras cayendo de algunas tuberías del techo, e daban ese perfecto ambiente tétrico que solo el tiempo y el olvido daba.
Te cuidado donde pises cariño, la estructura puede engañar aveces.
Encendió una linterna pequeña que podía llevarse en el oído, e investigo en búsqueda de pistas o notas sobre el oro, sin mucho éxito alguno.
Por alguna extraña razón sentía que había algo mas en el lugar, se camino hasta unas compuertas de elevadores, las cuales abrió con dificultad por el oxido de las mismas, al mirar hacia abajo la luz no lograba ni llegar a unos metros, tomo uno de los cascos que ahora reposaban en el lugar, arrojándolo y contando los segundos que tardaba en caer... 10 para ser exactos, por lo que calculo unos 18 pisos mas abajo.
