—¿Por qué Altor no me lo dijo?—Preguntó Nahiara con sorpresa. Sólo le había contado que no le habían creído que era uno de ellos, pero no sobre las torturas. Dio un fuerte golpe sobre el tocador con la palma de la mano, presa del enojo. Se habían atrevido a lastimarlo.-
—Los haré pagar—Dijo ella, confiando plenamente en las palabras de Tenebris.-
Querida no solo lo rechazaron, lo torturaron, lo obligaron a hablar su pasado con magia, sabes algo, los dragones tienen algo similar a los lobos, tienen un "alpha" y lo que dice este tiene que ser obedecido, imagina que usaron eso con tu querido dragón, lo lastimaron emocionalmente por no creer que era un hermano mas de ellos...
*la miraba por sobre el reflejo*
Tienes no el porte de una princesa, si no de una gran y digna reina.
-Enarcó una ceja ante la idea que le presentaba Tenebris, conjugándose con esa corona de rubíes que ahora adornaba su cabeza. Era magnífica. A pesar que Asernova tenía riquezas invaluables, jamás había visto una joya como la que ahora lucía con tal imponencia. Se vió a sí misma como a su madre, regia, hermosa, imponente, al lado de un rey como su padre.
—Xadia... El reino Dragón. Todos los que rechazaron a a Altor tendrían que rendirle reverencia... —La sola idea de verlos inclinarse frente al dragón, se le antojó demasiado.-
Todo eso acabara más pronto de lo que esperas, y porque conformarse con Asernova si puedes tener Xadia, el reino dragón, uno mucho mas grande y lleno de riquezas imagina dragones haciendo reverencia a ti, alabando tu belleza, tu grandeza.
*se acercaba y acomodaba por detrás una "corona" con rubíes grandes, que quedaba a la perfecta medida de la elfa*
-De pronto su expresión se ensombreció, al recordar que su padre antes de morir le había quitado sus privilegios como princesa. Cerró los dedos alrededor de uno de los mechones de su cabello con cierto enojo.-
—Siempre he merecido lo mejor... Yo era quién se pasaba las horas metida en una aburrida biblioteca para educarme... ¿Y qué recibí? —
-Aspiró el aire para llenar sus pulmones y serenarse. Nunca antes se había enojado de esa manera que casi de inmediato recapacitó. Volvió su atención al cabello y con cierto aire altanero, retomó el tono suave de su voz.-
—Pero pronto... Todo eso acabará... ¿Verdad, querido amigo?—