Probablemente ni en la escuela media puso tanta atención e interés en un tema como lo pone ahora en Nicola; su forma didáctica de explicarle captura toda su atención, siguiéndolo con ávida mirada.
En el punto de escuchar las peculiaridades de tal ritual, a las mejillas de la nipona se les subió el color. Y no tanto por la naturaleza libertina del evento, sino por el comentario y la sugerencia en éste.
Aunado, claro, al sujetar de su barbilla. Al cual respondió riéndose un poco, negando porque no tenía muchas ganas de ser "carne" de festejo .
— Creo que paso. Me gustan las togas, pero no quisiera intimar con cualquier persona... Me dá escalofríos nadamás de imaginarlo.
Relame sus labios, preludio de otra sonrisa más amplia con la mirada atenta al suave cabello de Sada, a la forma esbelta de su rostro— En la antigua Roma solía ser... Más peculiar que hoy día. Los chicos anotaban nombres de preciosas mujeres, estos eran ingresados en una caja que al final serviría de sorteo. —muerde su labio inferior, haciendo un ademán con el rostro que alude al "oscuro" deselance— Al final los chicos sacaban un papel y la elegida sería su pareja sexual por ese día. —ahora sus manos descienden por el perfil del rostro ajeno, tomando el mentón con su diestra para moverle la cara de lado a lado— Deberíamos ponerte una toga con una sábana ¿Eh? On ne vit qu'une fois!
Las palabras de Sada se reflejan en su rostro, en un brillo inusual en sus propios ojos al ser halagado de esa manera, incluso acentúa la curva pícara en sus labios al punto de marcar los hoyuelos en sus mejillas— Tu parles avec ton âme, mon petit! —la diestra se encarga de darle un pequeño toque con el índice sobre la nariz al tenerla cerca, al sentir su delgado brazo hacerse dela suyo. Inherente es que sienta cierta ternura por su forma menuda y delicada— Me gusta Roma, sólo puedo pensar en sus festines. —admite, cínico amante de las fiestas, pero también hace memoria con la mirada en alto por un momento— ¿Sabes sobre Juno Februata? —se medio gira para verla de frente y con ambas manos es que le acomoda el cabello tras las orejas, ello mientras explica:— Es una celebración que hoy conocemos como día de San Valentín.
— Querido. Los astros como tú no necesitan modestia. Es como un accesorio de más que desentona contigo.
Sada había llegado a admirar a Nicola; su personalidad explosiva pero también cierto tipo de melancolía que está enterrada entre todo lo llamativo de su ser.
Intentando ocultar sus pensamientos de reflexión y ese sentimiento de estima y protección hacia él, Sada sólo sonríe y engancha su brazo con el ajeno.
— ¿En otra vida? Nunca había pensado en ello. Pero me gusta imaginar que fui una guerrera. A veces sueño con un lugar antiguo. Hay columnas, mucha gente con togas. Creo es algún lugar como Roma.
— Vous exagérez! Aunque tampoco voy a negarlo, la modestia no va conmigo. —ríe bajo, bromeando tan solo, poniéndole atención ahora— ¿Qué fuiste en otra vida, ma petite?
