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¡No lo serás! ¿No confías en mí? Puedo protegerte, no soy tan débil mujer. -Frunció entrecejo acompañado de una mueca de disgusto como si hubiese probado algo insulso. En un parpadeo se posicionó en la parte trasera de su acompañante lo suficientemente cerca cómo para susurrar apaciguo en el oído de la alvina.
La voz se componía del tono grave que sus cuerdas le prometían, un soberano toque de malicia se escucho inculcado voluntariamente a éste con única intención de apabullar a la adyacente. - ¿O me tienes miedo a mi? -Aunque ésta no le observase no pudo evitar esa mordaz sonrisa entre sus gruesos labios, capaz de otorgarle una faceta cuya definición no era más que ominosa. Exhaló una ínfima bocanada de aire por el cuello de la señorita, para agregar más agravió a la situación. Ahora que ella sabía la verdad, no necesitaba fingir sus "respiraciones" a casi cada segundo.-