—¡Oh! ¡Por supuesto que no! Realmente estaría encantado de venderlo, el único inconveniente sería mi esposa, ella consiguió la decoración y como sabe, la vista de una mujer es poderosa para los detalles pequeños.—

Habló fluido, pero manteniendo suavidad y paciencia en su tono. Le preocupaba el descuido de su asistente, pues claramente aquella botella había sido confundida con la utilería y usada como tal.

—¿Puedo saber el por qué de su interés de esta botella, mi bella dama?—

Agregó al mismo tiempo en que tomó la botella entre sus manos, cuidando de no dar un trato brusco a la misma. Así mismo la acercó a su vista para verificar si era aquella botella que guardaba en su estudio privado.

Su postura no cambió ni un poco, tan sólo entrecerró sus ojos. Bien, era claro que quería ese objeto. La forma, el sello en ella... Se parecía a lo que buscaba, a la vieja cultura de su pueblo. La pregunta era... ¿Se la iba a vender o se la tendría que robar?

— Entonces no le molestará obtener algo de ganancia por ella. ¿Podría envolverla por favor? —

@Roxelanna Lym:
Estaba un poco nervioso al momento de esperar respuesta, pues no esperaba a que algún cliente estuviese interesado por algo además de los libros en los estantes. Ajustó por un instante sus gafas, donde el reflejo de la luz interior ocultó sus ojos.

—¡Oh! ¿Esa botella? Es decoración, ya sabe... algunos gustan sentirse como Gandalf al momento de buscar en la librería. Para mantener el ambiente.—

Ella no detuvo su observación. Se movió para poder apreciar distintos ángulos, después se enderezó y apartó un par de pasos.

Lucía como una dama de buena clase social. Vestido verde de buena tela, manos enguantadas en encaje y una sombrilla cerrada que colgaba de su diestra. La mujer le dedicó una sonrisa serena, moderada. Un gesto cordial que incluso la hacía lucir mayor. Ella no parecía ser el tipo de persona que entraría allí.

— Así es. ¿Cuánto cuesta? —

@Roxelanna Lym:
—Parece que ha encontrado algo que le interesa, señorita. —

Dijo aquel, acercándose cuidadosamente aunque no esperaba que aquel artículo estuviese a la vista, pues le había pedido a Robbie, su asistente, que guardase los artículos de alquimia.

Se inclinó para ver el recipiente colgante de cerca. Llamó su atención.