Cerró su ojo izquierdo al recibir el beso en su mejilla, así mismo, sus mejillas ganaron un peculiar tono rojizo. Ya hacía bastante tiempo que no sentía tanta calidez en mucho tiempo.

— . . . Hasta la última pizca de magia que corre por mis células sea agotada, en cada encarnación y plano de la existencia. Siempre seré tuyo y tu mía . . .

Complementó. Por otra parte, parece que aquella escena llena de afecto estaba lejos de terminar, pues ver a su amada posicionarse frente a él lo inundó de intriga hasta que se esforzó por alcanzar a darle un beso sobre sus labios. Acto que respondió inclinándose hacia el frente, para así besar con mayor comodidad aquel par de suaves y rosados labios. Y sus manos, se atrevieron a rodear la esbelta figura de la menor para así sentir mucho mejor el cuerpo ajeno con el suyo.

— Lo sé, solo me gusta reafirmar que eres mío.

Depositó de nueva cuenta un beso sobre la mejilla de su amado Nicolas.

— Hasta que la vida se nos agote y nos toque finalmente descansar... Incluso en ese descanso, seguirás siendo mío. Hasta la siguiente y todas las demás vidas que vendrán.

Culminó el momento, acercando su rostro al contrario. Con la diferencia de estaturas, solo le costó ponerse un poco de puntillas para alcanzar a darle un suave y dulce beso sobre sus labios.

Se mantuvo expectante ante una posible broma, incluso aquella pausa que había hecho la pelirroja había parecido más larga de lo habitual, estaba en suspenso. Hasta que aquel par de monosílabos fueron pronunciados, tiñendo de rojo sus mejillas, que na de ellas recibió dicho beso, doblando su boca en una feliz sonrisa.

— Enteramente tuyo... mi vida, mis ojos, mis sueños y mi último aliento te pertenecen, junto todo mi amor.

— Pues todo eso que ves ahí... Es mío.

Se le cuelga del cuello y le da un pequeño besito en la mejilla.

Atónito se detuvo a observar aquel reflejo, atento a lo que podía suceder. Tal vez era itra de sus bromas.

— Ah... si, lo veo.

Llega con un enorme espejo entre sus manos y lo coloca frente a Nicolas, luego camina hasta quedar a su lado, mirando el reflejo del mayor.

— ¿Ves eso?