Confundido, sorprendido y ligeramente perplejo miró a la pelirroja, tal parecía que había dado en el clavo. No mostraría su típica sonrisa, pues sabía que este tipo de situaciones emulaban a una partida de ajedrez, tenía que ser bastante certero en cualquier movimiento.

— ¿Ah? Bueno, entonces no me conoces bien, preciosa...

Adoptó una pose un poco más analítica, entrelazando sus dedos frente a su rostro, mientras fijaba más su mirada sobre ella.

— ¿Su alcoba? ¿Fotografía? Hummm... la visita a su alcoba tiene explicación, que tal vez más tarde tenga que darla, no pareces estar en el modo de querer escucharla.

Emitió un pesado suspiro ante el llanto de la menor que también se acercó a ella para abrazarle y calmarle.

— Bueno, ahí tienes la consecuencia de tu juego por citarme con ella... Ya pasó, ya pasó.