Por un instante aquellas memorias llegaron a su mente, o al menos las que había leído en aquel libro, sobre las capacidades del ser humano temprano que caminó mucho antes que las primeras civilizaciones antiguas. Era curioso aunque no daba mucha importancia al respecto.

—¿Por qué habría de sentirme mal?

Inquirió un poco confundido ante aquel comentario, aunque una vez más dio poca importancia a ello. Atento se mantuvo a la explicación ajena, tratando de imaginar las cualidades de aquella raza que describía con precisión, su mirada se abrió en sorpresa al descubrir que había al menos una raza humanoide con la capacidad del vuelo, algo que muchos contemporáneos habían soñado con hacer.

—Algo así... la tierra es un entrelazado de líneas de poder invisibles que se denominaban líneas cursus, o líneas místicas; donde dos de éstas se cruzan, hay una puerta, llamada Puerta Telúrica, en tiempos ancestrales se dice que se usaban para viajar de una punta a otra en cuestión de segundos.

Creía cada palabra que escapaba de la dama y le daba la razón, pues era más que evidente que el oído humano no era capaz de alcanzar ciertas frecuencias, especialmente el humano moderno, sin embargo, sabía de antemano que en algún tiempo, aquella raza que hoy considerarían basura, pudo alguna vez ver y oler, además de escuchar con gran amplitud dando un amplio alcance a su especie y oportunidades de supervivencia. Mantuvo su sonrisa en tenue medida, sin perder aquel toque juguetón e inquieto.

— Naturalmente, mademoiselle...

Espetó con naturalidad y cordialidad al tiempo en que ocultaba su verdadera capacidad referente al tema. Espejos dimensionales, hacía mucho tiempo que no había escuchado de ellos, al menos por tres siglos, pues conforme la humanidad avanzaba, su contacto con el entorno iba careciendo hasta perderse, volviéndose un vago recuerdo de lo que alguna fue.

— Oh, lo conoce... Bueno, podría decirse, aunque me refiero a un portal fijo, sin anomalía mas que el movimie

— No, sólo no alcanzo las frecuencias que los murciélagos si... hahaha si fuera sordo, no podríamos sostener esta conversación...

Agregó astutamente con una confiada sonrisa adornando su rostro, dicha sonrisa también ocultaba su sarcasmo reprimido, en una inteligente decisión para mantener la cordialidad entre individuos. Así mismo, usó su meñique izquierdo para hurgar la cavidad de su oído correspondiente, tan solo un poco, una pequeña comezón molestaba un poco.

— Te sorprenderías de lo diminutos o lejanos que pueden llegar a ser las cosas en todo este vasto universo... mas pequeño que un granito en la arena de desierto, más lejano que nuestra estrella, el sol.

Parecía que sus anteriores palabras habían despertado esa curiosidad de descubrimiento e investigación en la contraria, tal parecía que había logrado el objetivo que su librería buscaba hace mucho. Tal vez, podría aprender algo de ella a cambio.

Parecía no comprender mucho sobre aquellos artefactos a los que se había acostumbrado a usar durante siglos, por lo que mencionar a los murciélagos parece que fue más acertado para ejemplificar su condición.

— Hummmm... podría, pero no tengo un oído tan agudo para percibir la distancia de sus frecuencias al rebotar... Aunque, usaré el método más común cuando un sentido falla...

Dejó de invadir el espacio personal ajeno, sabía que tarde o temprano se volvería una molestia y habría alguna reacción de violenta naturaleza.

— Ce sont des objets magnifiques... ambos te permiten ver cosas más allá de nuestras capacidades, el telescopio puede ayudarte a ver a la distancia, y el microscopio a ver objetos de reducido tamaño.

**Ella, por su parte se aleja sorprendida del rostro ajeno, un tanto contrariada de manera curiosa; como si fuese un animalillo que presencia algún comportamiento extraño de una persona.**
¿Qué son microscopio y telescopio? **Inquiere con curiosidad al escuchar tales palabras.
Sin embargo, ante el argumento del hombre de decir que es casi ciego como murciélago, ella responde con tranquilidad.** Tal vez deberías silvar cada vez que andas. A ellos les funciona.

— ¿Acaso has mirado a través de un telescopio o microscopio? Tienes que ajustar la lente para ver con claridad... lo mismo sucede conmigo si no tengo mis anteojos.

Seguía mirando con aquella fruncida expresión. tratando de distinguir rasgos característicos del rostro ajeno, incluso acercándose de manera inquisidora.

— Sin mis anteojos... soy casi tan ciego como un murciélago.

¿Qué tiene que ver éso con tu seño fruncido? **Inquiere sin entender. Para una criatura que tiene visión nocturna, le es difícil imaginar que alguien tenga mala visión.**