—¡Ah! ¡Ese era mi último cigarrillo de del día! ¡Rayne!— Dijo en un alto tono y con un desbordante llanto. —Nooouuu... Mira nada mas como te ha dejado el zapato de mi escuincla.— por unos segundos se lamentó la pérdida de su vicio que era lo que más disfrutaba del día, un cigarrillo o dos al día.

No tardó en reponerse para acomodar sus ropas, los blancos guantes que cubrían sus manos y para finalizar sus gafas —Ese gato gordo... me las pagará...— Al sentir los empujones, caminaba lentamente para salir de la librería y comenzar a correr como todo un correcaminos, levantando el polvo al avanzar a gran velocidad. —¡COOOOORNELIUUUUUUS!— Exclamó enfurecido.