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NDx1563581 · M
—Tenía la intención de contestar, pero por la manera en la que sujetaba su rostro y el como se apoderaba de sus labios no podía retirarse. Tampoco es que quisiera, lo estaba disfrutando de esa forma. Intentó contraatacar con más mordidas posesivas. De todas maneras tenía la ventaja: sus manos seguías aferrándose a sus muslos, luego a sus glúteos, entrometiéndose bajo la única prenda que llevaba en el torso y debido a su talle servía de pequeño "vestido". Con sus manos hacía masajes, dejando algún que otro sonoro golpe.—
Me encargaré de que aprendas muchas cosas esta noche, y te aseguro que querrás que las repitamos la próxima vez que juguemos.
—Murmuró con su voz ronca frente a sus labios, entre risas agitadas por recién poderse librar de sus labios. Se desvió hacia el cuello de la menor, apoderándose de este con besos algo más apresurados y que se encargaban de bajar para llegar lo más pronto posible a su pecho.—
¿Hoy aprenderé cositas nuevas? Me gusta mucho esa idea, me gusta cuando y cómo me enseñas porque siempre son cositas ricas que me gustan mucho y las quiero repetir una y otra vez.
—Aunque había un notorio rubor en sus mejillas se sentía tranquila y confiada una vez estaba a horcajadas sobre el mayor hasta que de a poco fue siendo alzada desde los glúteos, arrodillándose a los costados del castaño a quien miraba ahora hacia abajo por el cambio de estaturas al quedar ahora sobre él. Sus manos fueron hasta las mejillas de su novio a las cuales dejó caricias mientras iba correspondiendo aquellos besos con una sonrisa, estirándole el labio inferior a modo de travesura tras morderlo.—
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—Se sentó al borde de la cama, con ella todavía en brazos, colocándola a horcajadas sobre su regazo. Atinó a sonreir, ladeando un poco la cabeza mientras peinaba sus hebras y llevaba algunas que estaban cayendo sobre su rostro hacia detrás de la oreja.—
Si princesa, voy a jugar contigo. De hecho, hoy será una noche especial porque traigo cosas en mente para probar. ¿Tienes ganas de que te enseñe cosas nuevas?
—Hacía mimos sobre su cabeza a modo de cumplido. Luego de ello, dirigió otra vez sus manos a los muslos femeninos, subiendo hasta los glúteos para alzarla y colocarla de rodillas todavía encima suya para que ganara altura. Fue directo a sus labios, iniciando otra tanda de besos lentos que pecaban de ser intensos, sin dejar de mantener el riguroso y posesivo agarre de sus manos.—
Eso es porque sé que cosas buenas pasan si te hago caso.
—Tuvo que alzar el mentón un poco más con la ayuda de él para reencontrarse con los ojos del castaño que mucho le gustaban. Con los brazos tal como le había indicado al guiarla lo rodeó del cuello para abrazarlo, recargando gran parte de su cuerpo en él para poder sostenerse cuando la cargaba. Mientras avanzaban iba dejándole un par de besos en los labios y también en el cuello suavemente acompañada de algunas mordidas.—
¿Papi jugará con Ari esta noche? Me gusta mucho jugar contigo, como siempre.
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—Asintió al mismo tiempo que ella, quien le seguía el juego y estaba de acuerdo con el plan concretado por el mayor.—
Adoro lo rápido que accedes a las cosas que planeo.
—Retiró ambas manos de bajo la prenda de su novia, lentamente y sin quererlo. Sostuvo su rostro, alzándolo con un dedo colocado bajo su barbilla obligándole a mirarlo a los ojos.
Buscó una de sus manos y la guió hasta encima de los hombros y detrás de su propia nuca.—
Sujétate bien fuerte de papá, princesa. Justo así, eso es, buena chica.
—Por su parte, con ambas manos le sujetó fuerte de las piernas para cargarla y llevarla hasta su cuarto donde continuarían, en la cama.—
Eso es porque aprendí de ti, me gusta pensar como Noah lo hace.
—El cambio de temperatura de se hizo presente tras el poco de piel expuesta que le causó un escalofrío que estaba lejos de incomodarle. Disfrutaba de las succiones y mordidas sobre su cuello a sabiendas de que lo más probable es que terminará con nuevas marcas y manchitas rojizas que tanto le gustaban porque le recordaba que le pertenecía al castaño. En cuanto aquel jugueteo terminó abrió los ojos para ver al mayor con el labio estirado gracias a la mordida que le daba.—
Es una muy buena idea, ahí estaremos más cómodos y podrás jugar con mi piel todo lo que quieras.
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Así es, me encanta como piensas bebé, tienes razón.
—Tomándose absoluta libertad en sus movimientos a medida que iba subiendo por la geografía de su cuerpo haciendo uso de ambas manos, inevitablemente fue levantándole la camiseta. Por otro lado, no dejaba de pasearse por su cuello con mordidas y succiones que dejarían marca. A cada centímetro recorrido con las yemas de sus dedos, aumentaba más su pensamiento egoista y posesivo de tenerla solo para él.—
¿Qué te parece si vamos a la cama y me encargo allí de atender de mi pequeña?
—Tomó distancia buscando a su labio inferior para morderlo y estirarlo ligeramente.—
Es un juego en el que ambos podemos sacar provecho y saciar nuestros deseos. Noah gana y Ari gana.
—Adoraba escuchar su ronca voz tan cerca a modo de susurro que siempre terminaba con la piel erizada por aquello. De a poco fue ganando espacio entre las piernas de él hasta quedar encimada sentada a horcajadas sobre el varón a quién rápidamente atrajo en su contra, haciendo un espacio en el cuello para que pudiera jugar como más se le antojaba. Sutilmente se mordía el labio inferior cerrando también los ojos para disfrutar de aquel contacto.—
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Si me lo dices así entonces tendré que atender a tus deseos y saciar los míos.
—Murmuró pero esta vez cerca de su oído, riendo con suavidad a la vez que guiaba ambas manos bajo las prendas de la contraria, queriendo pegarla contra el cuerpo propio y encimándola sobre sus piernas. Los labios recorrían la tersa piel del cuello femenino, abriéndose paso por la camiseta que llevaba.—
Y tú me gustas muchísimo también, me vuelves loquita y no dejo de pensar en lo mucho que me encantas cada segundo. No puedo estar sin ti...
—Susurró en contra de los labios del castaño al no querer oportunidad de estar cerca de ellos aunque el suspiro sobre los propios provocó un pequeño estremecimiento que terminó con una pequeña risita nerviosa. Una vez más volvió a corresponder aquel beso, acariciando parte de la nuca del mayor pero tuvieron que separarse por falta de aire.—
¿Y si te dijera que lo único que quiero en este momento es sentir tus labios y manos sobre mi piel?

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