─El mayor posicionó ambas manos a los lados de Ariadne, sobre la cama, aferrándose a las sábanas e inclinando su cuerpo al de ella, ladeando el rostro y observándole sonreir de manera juguetona. Con ese cruce de miradas se lo habían dicho todo: siempre era así con ellos en la intimidad, se conocían a la perfección y sabián lo que volvía loco al otro, y sin dudas esa mordida había sido el detonante para provocar de más a Noah. Aprovechando la cercanía el mayor insistió para dejar una mordida en el labio inferior ajeno con la intención de no quedarse detrás en aquel juego, seguidamente sus manos fueron otra vez a su cintura para seguir el contorno de la figura femenina por debajo de la prenda que cubría mayoritariamente su torso.─

─Tan pronto el contacto de las lenguas se hizo más notorio Ariadne dio un respingo por aquello hasta que se acostumbró a ello y deseaba sentirlo más, saborarla, juguetear con ella en una lucha que sola se había impuesto entre ambas lenguas. Alzó su pelvis con clara intención de estar más cerca de él sin aflojar sus piernas que lo rodeaban a la perfección pareciendo en ese momento ser uno solo.
Al igual que el castaño tuvo que separarse para poder recuperar algo de aire entre jadeos que chocaban sobre sus labios, aprovechando la cercanía para morderle el inferior junto a una sonrisa un tanto pícara y traviesa por aquella conexión entre ambos.─

─El mayor consideraba que las palabras ahí sobraban, así que le calló una vez más con otro ósculo que pecaba de ser tan pasional como el anterior o incluso más, saboreando sus labios detenidamente, degustando de todos sus sabores, permitiendo que ambas lenguas juguetearan en un ligero vaivén. Dejó que ambas piernas de Ariadne reposaran y se cruzaran encima de su cintura, impidiéndose el uno al otro el que fueran a separarse. Lo único que alejaba al mayor de mantener el contacto con la boca de la castaña era su necesidad de tomar aire, así que cuando se tomaban un descanso se dedicaba a mirarle con lascivia a los ojos, bajando hasta los irresistibles labios, jadeando agitadamente.─

N-Noah yo...
─Ari no alcanzó a terminar su oración cuando ya tenía los labios del mayor sobre los propios, correspondiendo aquel beso tan pasional pero sin cerrar los ojos, hoy por extraña razón estaba embelesada por aquella mirada tan profunda. Su ahora mano libre subió hasta el cuello de él con la intención de dejar algunas caricias sobre la nuca mientras aprovechaba de alzar la pierna a medida que iba subiendo por ésta.─

─El castaño, por su cuenta, acariciaba el muslo de la menor con delicadeza, soltando por lo pronto una de sus muñecas. Mientras subía con el roce de las yemas de sus falanges aprovechaba a alzar su pierna, subiendo también su vestido blanco.─
Eres mi droga, te has vuelto irresistible para mí...
─Dejó escapar en un suspiro sobre sus labios, volviendo a besarlos una vez más con pasión.─

N-Noah...
—Susurró sobre los labios del mayor con un hilo de voz jadeante al tener su peso sobre su propio cuerpo y las manos imposibilitadas al estar sujeta de las muñecas. Sentir tan cerca su aliento, su respiración y esa mirada penetrante la estremecían como también la hacía sentir intimidada pero atraída por tenerlo más cerca.—